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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 01:46

¡Aupa Patxi!‏

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Rafa Cerdá Torres. Abogado.

Por fin se ha despejado la gran incógnita de la persona, que va a ocupar el solio pontificio durante los próximos años: el Papa Francisco, primer  pontífice de origen argentino y además, perteneciente a la Compañía de Jesús, orden fundada en el siglo XVI. Con la rápida elección del cónclave cardenalicio acaecida el pasado miércoles, se daba por finalizada la situación de interinidad que en la Santa Sede se había producido a causa de la renuncia de Benedicto XVI, ahora Pontífice Emérito.

La acogida inicial al nuevo Papa ha sido, como poco, estimable. Sus gestos sencillos, alejados del protocolo y boato vaticano, sus intentos de cercanía a la gente, y hasta la elección de su nombre como Pontífice (un homenaje a San Francisco de Asís, el santo humilde), Francisco, parecen indicar que un nuevo tiempo se asienta en Roma, y por ende en toda la Iglesia Católica. El tiempo y las acciones que acometa el nuevo Papa, consolidarán o no, las grandes expectativas que se han generado en amplios sectores. Muchos son los retos, y nada fáciles. Dotar de consistencia el mensaje del Evangelio en pleno siglo XXI supone un desafío formidable, y más en una sociedad que se dice libre, pero que en la mayoría de las veces se encadena en prisiones que ella misma construye para "liberarse": valores como la dignidad de la persona, el respeto y el cuidado a los mayores, la responsabilidad personal entendida como garantía de mejora hacia los demás,... se diluyen en una confusión de eslóganes simples y contradictorios, que finalizan en meras pautas de consumo, en un bienestar ficticio carente de contenido y alejado de la situación real del resto de la sociedad.

Por parte de algunos sectores, se ha intentando caricaturizar la elección del Papa como fruto de una reunión de carcamales, representantes de una entidad sectaria que prolonga a lo largo de la Historia, ávida de riquezas y poder. Si tanto rechazan a la Iglesia ¿por qué la convierten en objeto de su obsesión?, y si están tan convencidos de sus postulados, ¿por qué no afrontan un debate sereno y exento de sus prejuicios? La libertad no es un discurso, es una práctica, y su primera concreción es el respeto. La Iglesia ha acumulado a través de los siglos enormes faltas, y ha cometido de igual forma enormes injusticias. Pero también ha sabido mantener vivo un mensaje de esperanza, compasión y perdón frente a millones de personas.

Un conocido antiguo intentó burlarse del nombre del nuevo Papa a través de las redes sociales, calificándole como el ‘Papa Patxi, denominación coloquial equivalente a Francisco, que se usa en el País Vasco. Pues bien, este conocido no ha podido hacerle mayor favor al nuevo Papa, por cuanto  el fundador de su orden, la Compañía de Jesús, es de origen vasco. San Ignacio de Loyola nació en Azpeitia, en pleno corazón de Guipúzcoa, y seguro, seguro que desde las alturas, lleno de alegría, jaleará al primer jesuita en ser Papa al mejor estilo vasco: ¡¡¡¡Aupa Patxi!!!!