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domingo, 5 de mayo de 2024 | Última actualización: 13:13

La payasada

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Es como si Charlie Rivel, aquel entrañable payaso de Cubelles, que igual era amigo del Führer que de Fellini, se hubiera reencarnado en Artur Mas. Aunque esta vez, con menos gracia y glamour. Después del esperpento de ayer de Ubú Pujol, hemos asistido hoy a un espectáculo digno de Valle Inclan, como ha sido la estampación de la firma ‘imperial’ en un decreto que convoca a los catalanes al escarnio y la frustración. Con esta parafernalia es como si todas las energías se fueran del escenario a la calle, ya que no habrá levantamiento del telón.

Una consulta que no es referéndum. Una ley de consultas que intenta sustituir las demoscópicas de siempre por la encuesta oficial y gubernativa, como si de un simulacro electoral se tratara. El encuestado simula al elector. En un intento burdo de burlar la Constitución, pretende Simón Bolívar fundar la independencia sobre una encuesta gubernamental, que es tanto como basarla en una manifestación. Todo aquí funciona a fuerza de sucedáneos. Ser sucedánea es la marca de Convergència i Unió, que ha sucumbido víctima de la Esquerra, que es quien tiene el original de la independencia. Es ley básica del mercado que el sucedáneo siempre ceda ante el producto original. Artur Mas lo sabe y por eso mira de reojo a Iceta, por si los socialistas le echan una mano para sacarle de este atolladero en que anda ha metido. Difícil lo tiene, pues una vez abiertas las puertas del gallinero, las gallinas andan sueltas y ya no hay quien las controle. Es lo que tiene jugar a brujos.

Y para justificar su payasada recurre al victimismo lacrimógeno de hacernos creer que Cataluña sólo pide ser escuchada. Vaya tela. Hace más de treinta y cinco años que en este circo hispano sólo hablan catalanes y vascos. Los euskaldunes, además de gritar, se han dedicado a pegar tiros. Patético. Quienes han implantado su ley y han tenido secuestrado al estado cogido por sus cataplines –votos por euros y privilegios- van de víctimas. A Calderón de la Barca se le escapó en El gran teatro del mundo describir que el teatro hispano es el único donde los ricos son las víctimas. Un mundo al revés, como para hacer perder la chaveta a Karl Marx. Claro que los nacionalistas son más bien tributarios de Nietzsche, que defendía que la moral era la fuerza inventada por los débiles para subyugar con sus patrañas a los más fuertes. Tal vez sea eso. La cosa es más simple y está muy clara. Como decía Schopenhauer, al mundo sólo lo rige la voluntad de poder. El resto son eufemismos.

Para voluntad de poder, la del patriarca Pujol. Confesaba ayer que tenía aparcado y olvidado su dinero, que lo suyo ha sido siempre fer país. Miente y él lo sabe. Lo suyo ha sido fer calaix, con Cataluña como pantalla. Como hiciera con el caso Banca Catalana, todo ataque a su persona es un agravio a Cataluña. L’etat c’est moi. Ya no estamos para comprar burras. Los buenos patriotas se empobrecen por su patria, y hasta dan la vida. De esos, ya no quedan. Hoy lo que abunda son los aprovechados que se enriquecen a costa de arruinar a la patria. Es normal que ya nadie quiera oír hablar de patria, que es hoy doncella mancillada y prostituida. Allá los catalanes, si todavía creen en esas patrañas. Que no olviden que Pujol es germanófilo y sabe muy bien lo que significa usar la moral como pretexto para el mando y el dinero. El viernes nos lo dejó muy claro en el Parlament, si se puede llamar tal a ese coro de aduladores que ayer se parecían mucho a las Cortes de Franco, pero en catalán. Otra payasada.