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domingo, 5 de mayo de 2024 | Última actualización: 18:25

Nacionalismos perniciosos: nidos de amores y odios irracionales

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Tenía la intensión de que mi columna de esta semana, versara sobre los efectos lamentables de la simbiosis de las creencias religiosas y las convicciones políticas de las personas.

Una casualidad tan intrascendente como la de ver el domingo por la noche en LA 2 de Televisión Española, la película ‘La casa de mi padre’ de Gorka Merchán (2007) y de leer hace apenas dos semanas la novela ‘Patria’, de Fernando Aramburu han cambiado mis planes y el primer tema quedará para semanas posteriores.

El nivel de degradación que se desprende tanto en la película como en la novela mencionadas, ha conseguido despertar en mi un sentimiento de aversión irreprimible contra la condición humana de los nacionalistas independentistas vascos, que no dudaron lo más mínimo en utilizar a la juventud menos educada y mas manipulable, para cometer los crímenes mas execrables imaginables, destruyendo familias (tanto de los asesinados como de los mismos asesinos), condicionando una convivencia sobre todo en los entornos rurales y de pequeños núcleos urbanos donde todos se conocen entre si, que convirtieron en irrespirable, una sociedad que ya tenia olvidados y superados todos sus complejos diferenciales étnicos y sociales.

Se encargaron de alimentar y degenerar las mentes juveniles, para alcanzar sus objetivos y lamentablemente al contrario de lo que suele ocurrir en las películas, al final de esta historia, acabaron ganando los malos, los inductores de los asesinos, que hoy están sentados en algunas de las mayores instituciones del estado español en Euskadi.

Pero lo más triste y lamentable, es que aquellos jóvenes manipulados por quienes ahora viven a cuerpo de Rey sentados en las Diputaciones Vascas o en sus Gobiernos Municipales o Autonómicos (no lo son todos, pero los hay) están en las cárceles o se pasaron años en ellas o incluso los mas débiles y pusilánimes acabaron suicidándose incapaces de soportar el peso de conciencia.

Y son muchas las familias vascas en las que la siembra del veneno del independentismo, ha creado diferencias irreconciliables habiendo obligado en muchos casos a no pocos vascos a cambiar de residencia para salvar sus vidas o su bienestar familiar por no plegarse a financiar a esa cueva de ladrones y asesinos que ha sido, es  y volverá a ser en el futuro ETA con cualquiera de sus denominaciones posibles, el día que así lo vuelvan a decidir ellos o aquellos que les necesiten para lograr el poder político.

No se les ha derrotado, se les ha incorporado a las Instituciones sin que ellos hayan renunciado en ningún momento a sus principios ni se hayan arrepentido explícitamente de sus crímenes y demás delitos.

El Estado no ha tenido la firmeza ni la voluntad necesaria para aplicar la ley con todo su peso contra ellos y al final han venido a pagarles con fondos públicos, una paz temporal sin siquiera haber procedido a la entrega de sus armas y a la firma individual de cartas de arrepentimiento.

El independentismo catalán, con una hoja de ruta diferente y de momento prescindiendo del asesinato, tampoco va a reparar en medios para complicarnos la vida a todos los españoles, catalanes que se sienten españoles incluidos.

Como los vascos con el euskera, intentan crear naciones que nunca existieron alrededor de su propia lengua y la utilizan como arma de destrucción masiva contra aquellos que ni la conocen ni tienen porque utilizarla.

Están tratando de desgarrar una autentica ‘nación española’, con más de cinco siglos de Historia en común, para reivindicar unas regiones dentro de esa nación, que para mayor vergüenza comparativa no pasaron de ser Condados o Señoríos de los Reinos como Aragón o Navarra, cuyos escudos si figuran en el escudo de España, desde el primer momento.

Les recomiendo encarecidamente que vean la película que les he comentado (‘La casa de mi padre’) y lean ‘Patria’, para poder percibir en toda su verdadera dimensión el efecto pernicioso de ese nacionalismo independentista vasco, de lo que fueron los años de plomo que aparentemente acabaron hace unos pocos años, pero en mi opinión es más una tregua interesada, que una paz definitiva.