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lunes, 29 de abril de 2024 | Última actualización: 23:03

El mito de Narciso

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María B. Alonso Fabregat. Psicóloga Clínica y Forense. 

En la actualidad, aparecen diferentes patologías vinculadas a una mala relación entre la imagen que tenemos de nuestro cuerpo y la que nos gustaría tener o imagen ideal. ¿Esta imagen ideal, es forjada por los cánones actuales de belleza? ¿Estas imágenes ideales, han ido modificándose según las culturas y momentos históricos?  ¿Podemos afirmar, por tanto, que sea una situación moderna la que determina el culto al cuerpo?

Hesíodo en el siglo VII antes de Cristo decía de la mujer: “Era malévola porque era hermosa y era hermosa porque era malévola”. En aquella época ser bella en las mujeres no era tener mucha suerte, la belleza femenina como recoge Hesíodo, era sinónimo de malévola, de “mujer fatal”. Por lo contrario, la belleza ensalzada era la de los hombres, que hacían concursos de belleza antes de las olimpiadas y ostentaban cintas en las partes de su cuerpo que se hubieran considerado bellas: brazos, piernas... También en aquella época para dorarse el cabello se utilizaban polvos de oro y existe documentación que recoge el uso del maquillaje, la necesidad de la depilación y otras acciones para mejorar la imagen y mostrarse bellos y bellas.

En Roma había mucha tradición en la peluquería, las damas llevaban el pelo recogido en trenzas y recogidos muy elaborados, esto era sinónimo de clase social alta, frente a las prostitutas que dejaban sueltas sus melenas. Asimismo, en Grecia los hombres de clase alta, se podían pasar hasta ocho horas diarias en el gimnasio.

El mito griego por excelencia era Narciso, un bello joven que las mujeres caían rendidas a sus pies y él las rechazaba, incluso rechazo a la ninfa Eco. Tras el rechazo, Eco se encerró en una cueva hasta que solo quedó su voz.  Némesis, la diosa de la venganza divina, que castigaba a los mortales que cometían excesos, castigó a Narciso, propiciando que se enamorara de sí mismo y preso de amor a él mismo, observándose y extasiado de su propia imagen,  en el reflejo del agua, cayó a ella muriendo ahogado.

En la actualidad, en la lucha y búsqueda por la belleza, se exhiben ciertas conductas y actitudes que pueden traducirse en graves problemas para la salud, en la lucha por lograr ese cuerpo “ideal”. Se realizan conductas altamente peligrosas para la salud. Esto no quiere decir que no se deba cuidar y mirar por mantenerse dentro de unos límites y patrones de salud y que tanto la dieta equilibrada, como el ejercicio físico y controles médicos si fueran necesarios,  son hábitos saludables y deseables.

Cuando aparecen este tipo de problemáticas siempre hay una visión desvalorizada de uno mismo y una imagen corporal distorsionada (dismorfia corporal). Es así en patologías tan diversas como la anorexia, la vigorexia, y otras donde el culto exacerbado por ese “estar en forma” patológico, a cualquier precio y a costa de sacrificar la vida, el ocio y la familia si es preciso.

En el caso de estudiantes con trastornos alimenticios, que si bien aparecen aún más entre las adolescentes, está aumentando. Hay evidencias de que se está produciendo un aumento de este tipo de trastornos entre los varones. En cuanto a las señales, síntomas e indicadores en los chicos y chicas en el caso de esta psicopatología de trastornos alimenticios,  puede aparecer un deterioro marcado en el rendimiento y el abandono de los estudios. Pudiendo aparecer cuadros clínico psicopatológicos adicionales como consecuencias secundarias.

El sujeto que padece vigorexia, al igual que Narciso se pasa tiempo mirándose al espejo, hace lo que sea para aumentar sus músculos… Al igual que la anoréxica que intenta mantener una delgadez extrema hasta perder la salud.  Las conductas que exhiben los individuos que pueden mostrar estas u otras patologías similares, no son solo por afición sana al deporte o por mantenerse sano en el peso adecuado a su edad. Se convierten realmente en problemas en la vida diaria de quien las padece provocando deterioro e inadaptación.

Si bien, la relación entre la anorexia y la vigorexia, se explica por la percepción antagonista entre los sujetos que las padecen, muestran un sentido contrario de su dimorfismo físico. Los anoréxicos desean verse delgados y se perciben en conjunto siempre como si estuvieran obesos. En el caso de los sujetos que padecen vigorexia, su percepción dismorfica es verse excesivamente débiles o delgados y luchan por aumentar sus masa corporal. La meta para los individuos con vigorexia es conseguir un cuerpo vigoroso y musculado. Ambos trastornos se han relacionado con comportamientos obsesivos compulsivos.

Pero si miramos a la población general, ayer tanto como hoy y posiblemente como mañana se seguirá influenciando las formas de vestir, de adornarse, como formas básicas de expresión cultural  y por tanto será la sociedad de cada momento histórico la que denote que estilo de pelo, que corpulencia, que color de piel, que adornos, que tatuajes, que abalorios…. Si bien, quizás en la actualidad existe una mayor consciencia de cuando estas tendencias se salen de los cánones establecidos, los límites socialmente aceptados y cuando ya no es lo social, y si está ya lo patológico presente.

Evidentemente la conclusión de si hay o no patología, es una cuestión de grado y de diferentes variables que los clínicos deben de valorar con rigor, pero ante todo es la adaptación o no de individuo, su deterioro de otros ámbitos de la vida, pérdida o deterioro de actividades de otra índole, visión distorsionada de uno mismo y de la realidad de su problemática y por supuesto la pérdida de salud, con la aparición de diferentes cuadros orgánicos y de otros cuadros psicopatológicos como consecuencia de su dimorfismo físico. Por tanto como cualquier otra actividad humana, la mejor forma de prevenir la pérdida de los límites, se realiza desde una buena educación en salud y desde la trasmisión de buenas formas de vida saludable. Se impone una vez más el sentido común y hacer visible lo invisible, es el caso de la vigorexia, que es una enfermedad cada vez con mayor impacto pero silenciosa.