Jorge Fuentes. Embajador de España.
En España, desde tiempos inmemoriales, los mayores han venido cumpliendo una tarea socio-económica relevante consistente en ayudar a sus hijos en la crianza de los nietos lo que permitía a aquellos desarrollar sus trabajos -en caso de que los tuvieran- o sus ocios en todo caso.
En los últimos tiempos caracterizados por el signo de la crisis, asistimos a una nueva contribución de los abuelos en el mantenimiento de la cohesión social. Muchos de los que habían sido recluidos en asilos o similares, han sido repescados por sus desempleados familiares para poder vivir todos juntos de la pensión del patriarca, único ingreso regular en toda la tribu. He ahí interesantes formulas de revalorización de la tercera edad que en el mejor de los casos podrían calificarse de pretecnológicas y en el peor, de tercermundistas.
En muchos de los países más desarrollados del mundo -Estados Unidos y ciertas naciones europeas- está empezando a modificarse el viejo esquema de la población veterana que se jubila y comienza a vivir pasivamente a costa de las nuevas generaciones. Serian estas las que trabajan y mantienen a sus mayores mediante su contribución a la seguridad social que garantiza el pago de las pensiones (entre paréntesis: ¿dónde han ido a parar las millonarias retenciones de nuestros impuestos durante nuestra larga vida profesional?).
La alternativa en aquellos países modernos ya no se da tanto entre la juventud productiva y la veteranía pasiva sino que está surgiendo otra dualidad inesperada: la que existe entre el sector social intelectual y profesionalmente bien preparado y el sector de quienes apenas completaron la educación elemental. El 65% de la población ‘mayor’ entendiendo por tal la que ha rebasado los 65 años y se extiende hasta que el cuerpo aguante, sigue trabajando y ello frente a solo el 35% de los mayores sin suficiente preparación. Dicho en otros términos: en la competitiva sociedad de hoy empieza a ser más demandado y productivo en el mercado de trabajo un mayor bien cualificado que, como es lógico, un veterano sin especialización e incluso que un joven sin preparación.
Por el momento, en España, con unos índices de paro escandalosos el fenómeno descrito se pone de manifiesto todavía con escasa intensidad y en terreno privado como puede ser el empresarial, el bancario o el artístico ya que en terreno funcionarial o laboral poco cualificado, la jubilación viene marcada por la ley.
Es evidente que con la prolongación de la esperanza de vida desde los 50 a los 80 años y luego a los 100 y mas allá, es económicamente imposible pensar que la población podrá vivir 30 o 40 años por cuenta de la caja de pensiones. En veinte años, la población mundial superior a los 65 años se duplicara rebasando la cifra de 1.100 millones de habitantes que no podrán ser mantenidos con un modelo demográfico en que cada vez menos contribuyentes deberán soportar a más pensionistas.
España aun se encuentra lejos de alcanzar el esquema aquí apuntado pero puesto que más pronto que tarde alcanzaremos ese estadio del boom de los ancianos cualificados, no estaría de mas que nos pusiéramos manos a la obra también desde el flanco educativo para que todo el mundo tenga algo que ofrecer cuando le llegue el momento de la jubilación efectiva....a los 80 o 90 años.
