Jorge Fuentes. Embajador de España.
Tordesillas es una de esas localidades legendarias de la Castilla profunda que todos hemos conocido y admirado por su tradición, su Historia y su belleza. Emplazada en una de las provincias más cultas de España y que mejor ha sabido preservar nuestra lengua –Valladolid-, los orígenes de Tordesillas se pierden en el túnel del tiempo y se remontan a tres siglos antes de la era cristiana.
Durante la Edad Media fue señorío de Reinas y de amantes de Reyes. Fue el lugar donde Juana la Loca vivió un largo retiro de 46 años hasta su muerte y también donde en 1494 se firmó el Tratado entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal que definió la navegación de los dos países por el Atlántico que sería decisivo en el futuro de Iberoamérica.
Les recuerdo todo esto que sin duda estudiaron en sus años de bachiller para que se den cuenta del sinsentido de mantener en tan noble entorno un acto tan primitivo y brutal como es el festejo llamado ‘El toro de la Vega’, una práctica que arranca de la Edad Media cuando las familias nobles celebraban sus bodas lanceando toros en el campo y despeñando vacas en la cuenca de los ríos.
Muy edificante, ¿No les parece? ¿No se preguntan ustedes cómo es posible preservar amorosamente tradiciones de esta calaña? ¿Pero acaso el progreso no consiste precisamente en superar las prácticas innobles de nuestro pasado, la tortura, los torneos, la Inquisición?
Es indispensable modernizarse. Frenemos ya tanta crueldad para con los animales. Acabemos con el toro embolado, con la corrida de gansos, con los patos al agua, con el toro de San Juan del mismo modo en que se prohibieron en fecha reciente las cabras arrojadas desde el campanario, los gallos de Guarrate, y la pava de Escalilla.
España no es el único país en que se celebran las fiestas ensañándose con los animales. La cacería de zorros en Gran Bretaña, la matanza de delfines en Dinamarca, la pesca indiscriminada de ballenas en Japón son otros ejemplos bien tristes denunciados por la opinión pública mundial y llamados a desaparecer. El toro de la Vega no solo desacredita a Tordesillas sino que lo hace a toda España. Hay mil formas más civilizadas de celebrar las fiestas y a España no le faltan recursos culturales para hacerlo. No olvidemos que la Iglesia reconoció la existencia de un alma en los animales.
