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lunes, 29 de abril de 2024 | Última actualización: 23:03

Botín y Botella

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Si dispusiera de dos columnas semanales hubiera podido dedicar cada una de ellas a una de las dos personalidades que en estos días son noticia. Comprimiré a B y B en una sola Opinión a pesar de que se trata de dos personas rotundamente distintas sin ningún punto en común pero que ambas han jugado un papel relevante en la España actual.

La muerte repentina de Emilio Botín a los 79 años, se lleva al banquero más famoso de España, presidente de nuestro primer banco, el primero también en Europa y uno de los más potentes en el mundo. El Santander cuenta con mil sucursales solo en el Reino Unido y agencias en los cinco continentes. Una pequeña anécdota: en mi último viaje a Polonia fui a nuestro banco en Varsovia donde desde hace años tenemos una minúscula cuenta. Se trataba del Kredyt Bank, una financiera belga. Pues bien, recientemente Bélgica la ha vendida al Banco de Santander que con esa operación se ha asentado con solidez también en Polonia.

Emilio Botín era tercera generación de banqueros y el primero que supo situar al Santander a escala mundial en especial tras la compra de Banesto –a raíz de la defenestración del advenedizo Mario Conde- y del Central Hispano. Hombre plural, muy involucrado en el mundo del deporte –en especial las carreras de fórmula 1 y el golf- y también en el de la música a través de las actividades de su mujer Paloma O`Shea.

Personas como él, como Amancio Ortega, como Juan Roig y algunos otros empresarios, son los que están propulsando el prestigio de España más allá de nuestras fronteras compensando las sombras de otros muchos sectores corruptos en especial en el judicial y político con los que Botín fue poco exigente y con los que galanteó sin demasiados escrúpulos.

Le sucede al frente del Santander su hija Ana, sin duda una persona muy cualificada para hacerse cargo del importantísimo imperio que hereda aun cuando esa sucesión en familia haya hecho recordar que en otros países occidentales difícilmente se hubiera producido tal automatismo y que sería un consejo independiente el que seleccionaría al mejor candidato…que probablemente hubiera sido Ana Botín. Cuestión de formas.

Otra Ana –Botella- acaba de anunciar su decisión de no presentar su candidatura a la alcaldía de Madrid, cargo que venía ocupando desde hace 30 meses. Se trata en mi opinión de una decisión inteligente ya que con toda probabilidad hubiera sido derrotada en las próximas municipales.

El caso Ana Botella nos lleva a reflexionar sobre el fenómeno cada vez más frecuente de esposas de políticos que, por lo visto, heredan la sabiduría y el carisma de sus consortes. Recordemos los casos de Hillary Clinton, de Cristina Kirchner o incluso de Indira Ghandi. La alcaldesa de Madrid entró en el PP antes que su marido, el Presidente Aznar y sin duda jugó un gran papel como presidenta consorte durante los 8 años de la Moncloa.

La forma en que accedió al Ayuntamiento de Madrid como concejala y luego como sucesora de Ruiz Gallardón ascendido (¿) a Ministro de Justicia, no puede decirse que fuera muy democrática y esa puerta falsa, a la señora Botella como a cualquier otro político que no haya pasado por las urnas le supone un vicio de origen difícil de salvar.

Dejando aparte su escasa habilidad para expresarse en público y su pobre comportamiento en el lamentable caso del Madrid Arena, Ana Botella fue una buena alcaldesa que supo administrar con moderación las cuentas de Madrid reduciendo el pesado déficit que heredara. Pese a ello, quienquiera que le aconsejó su retirada –ya fuera su marido, los líderes del PP o el propio pueblo de Madrid a través de sondeos- le dio el buen consejo.