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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 22:00

El Imperio Chino

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En la historia de la humanidad ha habido una larga serie de Imperios casi todos los cuales han desaparecido. Así ocurrió con los Mesopotámicos, los Egipcios, los Indios, los Americanos y más recientemente con el Griego, el Romano, el Otomano, El Sacro Imperio Romano Germánico, el Español, el Británico, el Austro-Húngaro, el Soviético.

Tan solo hay dos Imperios que hasta el momento han logrado sobrevivir y son el más joven de todos –los Estados Unidos- y uno de los más antiguos –el Chino civilización que comenzó doce siglos antes de Cristo-. El primero de ellos, con apenas 150 años de vida, ha logrado el modelo más equilibrado de la Historia ya que ha alcanzado supremacía global en  los terrenos político,  militar,  económico,  científico y  cultural.

Los EE.UU. han conseguido dominar el campo económico valiéndose de los procedimientos de expansión industrial y comercial modernos: la producción y la exportación de grandes bienes de la industria pesada (maquinaria, automóviles), media (electrodomésticos) y ligera (telefonía, electrónica). A la vez ha logrado el predominio cultural a través de la literatura, el teatro y especialmente el cine. Lograron convencer al mundo entero, desde Chile a Sudáfrica y Japón que todos los hombres podían ser como Paul Newman y todas las mujeres como Marilyn Monroe.

El caso de China es muy diferente. Se trata de una de las culturas más antiguas del planeta, que ha conocido todo tipo de vaivenes habiendo entrado en los tiempos modernos en una situación económica precaria agudizada con la implantación del Maoismo extremo tras la guerra civil que acabó en 1949 con la división del país y la implantación de la República Popular en su parte continental.

Hasta hace pocos años, cuando se veía a un turista oriental en nuestras latitudes, lo más probable es que fuera un rico turista japonés. Ahora puede tratarse de un coreano, un vietnamita o, más probablemente, un chino.

Pero los chinos, frente a lo que ocurre con los restantes viajeros, no vienen para pasar sino para quedarse. Esta es la gran peculiaridad del Imperio Chino, que en su energía expansiva, no solo exporta sus productos “todo a cien” sino también su población que en medio siglo pasó de tener 500 millones de personas a 1.300 millones.

La implantación reciente del capitalismo económico en un país aún políticamente marxista, ha convertido a China no solo en la tercera potencia económica tras la Unión Europea (27 países) y los EE.UU. sino en el gran ahorrador mundial capaz de adquirir todo lo que esté en venta y valga la pena, desde el Rockefeller Center a los automóviles Volvo, y de instalar Chinatowns no ya solo en los legendarios San Francisco y Nueva York sino en todos los pueblos y ciudades del mundo donde haya algún interés comercial o turístico.

China está comprando África y Sudamérica, quiere controlar los minerales estratégicos y los recursos energéticos del mundo. A modo de anécdota diré que recientemente un empresario chino quiso adquirir un gran espacio glacial en Islandia que representaba el 3% de su territorio nacional. Al preguntársele por qué quería aquél territorio helado  e inhóspito respondió que no tenía prisa, el cambio climático lo volvería fértil.

A los norteamericanos, a los escandinavos, a los alemanes no se les ve en nuestros lares más que como turistas o como empresarios invisibles en las grandes capitales. O mejor aún, se ven sus productos o se les ve –a los yankis- en las pantallas de todos los cines del país.

Los chinos están ahí, en nuestras calles, regentando bares y restaurantes, tiendas y supermercados. Pero están también dirigiendo cadenas de moda, como consultores de inversión, en estudios de ingeniería o de internet, en plantas de energía renovable,  en cadenas de import-export, en operadores móviles y en la mismísima banca: en una de las esquinas de la emblemática Plaza Madrileña de Cibeles se alzan orgullosamente, junto al Ministerio de Defensa, las ocho plantas del Banco Central Chino.

Dicen los expertos que los chinos fueron quienes cambiaron el mundo de los negocios en California. No me sorprendería que lo hicieran también en España. ¿O lo están haciendo ya?