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domingo, 12 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:59

Mejorar la productividad

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Enrique Domínguez. Economista.

En tiempos de bonanza, con un mercado interior activo y un mercado exterior en el que la dinamicidad de la actividad económica permitía posicionarse sin demasiadas dificultades, conceptos como productividad, competitividad, costes laborales unitarios tenían su relevancia, pero solamente las empresas con estrategias claras eran conscientes de su importancia.

Con la crisis, el mercado interior se ha paralizado y las ventas han descendido a pesar de reducciones importantes en los precios porque los consumidores potenciales no tienen dinero o prefieren guardarlo y gastarlo cuando sea imprescindible. El mercado exterior, en su mayor parte, ha superado la  crisis del 2008 y ha continuado siendo una alternativa para las empresas, si bien se han ajustado mucho los precios.

En todo este proceso, las empresas españolas en general y las castellonenses en particular, lo primero que han hecho, acuciadas por la falta de crédito y de ventas, ha sido reducir sus gastos de personal y ajustar salarios; con ello han conseguido reducir el coste salarial por unidad producida y ello les ha permitido ofertar sus productos a menores precios.

¿Es esto una ventaja para la empresa?. A priori podría parecer que sí, que se es más competitivo y se puede introducir en más mercados.

Pero da la impresión que solamente nos estamos fijando en una parte de lo que conforma la productividad; el factor salario es un componente pero también lo es la calidad, la tecnología, las redes comerciales, el grado de formación, el marketing, la comunicación y la publicidad, la motivación, la imagen corporativa, entre otros.

Con la crisis, desde el punto de vista de la empresa, se ha actuado sobre el factor trabajo, reduciendo su incidencia en muchos casos y puede pensar el empresario que ello es positivo. Sin embargo, aún admitiendo que lo anterior sea cierto, también lo es que la empresa, ante el drástico descenso de las ventas, ha reducido los gastos en todos los conceptos que conforman la productividad y, seguramente, sin un análisis previo concienzudo.

Esta forma de actuar da la impresión que lo deja casi todo, en cuanto a competitividad, al factor trabajo, al coste de la mano de obra, pensando que vender a un precio más barato es positivo para la empresa. Y la verdad es que puede serlo a corto plazo pero es hipotecar gravemente el futuro de la misma. Vender por precio puede ser pan para hoy y hambre o desaparición para mañana.

Y viendo nuestros sectores, parece que se están moviendo fundamentalmente en la línea de reducción de costes no sólo del capital humano sino en formación, marketing, redes comerciales, publicidad, tecnología, pensando que cuando escampe será fácil volver a la situación anterior.

Y ello demostraría que no se ha aprendido nada de la crisis, porque confiarlo todo o la mayor parte a conseguir un producto o un servicio más económico está impidiendo, seguramente, incidir en elementos como la innovación, la mejora continua de la calidad del producto o servicio o el conocimiento de los gustos de los clientes potenciales para ir adaptando lo producido a lo que tiene venta. Con esta forma de actuar, un elemento importante para cualquier empresa, como es la motivación del trabajador, obrero o empleado, se reduce notoriamente, máxime si su contrato es temporal.

En fin, seguramente ha mejorado la productividad en nuestras empresas y nuestras exportaciones pueden ser más competitivas por la reducción de costes realizada. Pero, ¿lo serán a medio plazo?. ¿Se ha pensado lo suficiente que centrar la competitividad de una firma en la reducción del factor trabajo no es lo mejor?.

Aún es tiempo de enderezar, si se quiere ser una empresa de futuro.