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viernes, 10 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:49

¿Ante un nuevo muro?

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Enrique Domínguez. Economista.

El pasado mes de agosto, y a raíz de la adopción de medidas por parte de Rusia en las que se prohibía por un año la importación de diferentes productos agrícolas, me refería a la incidencia de las mismas en las principales exportaciones castellonenses de productos frescos, en particular en los cítricos, el caqui o las granadas.

Señalaba su muy relativa incidencia directa y la posibilidad de que determinados sectores utilizaran esa prohibición para reducir el precio ofertado por los productos españoles y, en este caso, castellonenses.

También insistía en la necesidad de contar con el mercado ruso y en su importancia como mercado de futuro para nuestros sectores económicos, aludiendo a la confirmación del fuerte ascenso del mercado ruso como receptor de nuestros productos cerámicos.

La problemática en Ucrania está lejos de resolverse y en las últimas semanas un nuevo suceso ha venido a crear nuevas dificultades a la economía rusa que han motivado su entrada en recesión: la evolución del precio del crudo de petróleo.

El barril de Brent ha pasado de cotizarse en torno a los cien dólares a valores alrededor de los sesenta e, incluso, menores y ello está causando problemas de diversa índole en los países productores. En el caso de Rusia, el efecto de ese fuerte descenso es muy importante pues algo más de la mitad de sus ingresos proceden de la venta de petróleo; ha originado una relevante disminución de la cotización del rublo frente al dólar, se han adoptado diferentes medidas para paliar la fuga de capitales pero el país ha entrado en recesión.

Esto último es lo que puede crear problemas a la economía castellonense. La prohibición de importar productos frescos apenas ha incidido hasta la fecha en la exportación de cítricos y algo de manera indirecta en la cotización del ganado porcino.

En cambio, las ventas de cerámica al mercado ruso, el segundo en importancia, sí pueden verse afectadas ya que la recesión de la economía rusa ocasionará un descenso en la venta de viviendas o menores inversiones en la reposición de diferentes partes de las mismas. También el turismo ruso hacia el exterior se verá afectado; en esta zona es poco relevante pero son un mercado a tener en cuenta como turistas y como potenciales adquirentes de viviendas.

Todo esto ocurre cuando después de más de 53 años se vislumbra ya el fin del embargo norteamericano a Cuba tras el inicio de relaciones diplomáticas y después de la  celebración de los 25 años del derribo del muro de Berlín. Aunque nos quedan otros muros muy delicados (en Palestina, por ejemplo), quizás estemos asistiendo al inicio de otro, esta vez no físico sino económico, como decía Putin, en el que las actuaciones geoestratégicas de Arabia Saudí, de USA y de China y la falta de una política clara europea están dando pie al incremento de barreras económicas en las que las prohibiciones de intercambios perjudican a terceros.

Y lo preocupante es que poco podemos hacer los ciudadanos o los empresarios para hacer entrar en razón a los intervinientes.

El mercado ruso es importante para nuestro principal sector económico pero puede y debe serlo para otros como el citrícola y el turístico y, por ello, es primordial evitar la escalada de sanciones que se van estableciendo y que se dé una estabilidad en la cotización del crudo (ésta nos beneficia ahora, pero ¿cuánto tiempo durará?).

Nos interesa que mejore la economía rusa y que desaparezcan las sanciones pero, ¿les interesa también a todos los países intervinientes? ¿Nuestros problemas son para ellos un efecto colateral de sus acciones geoestratégicas? ¿Es urgente, como señala Gorbachov, construir la casa común europea?