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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 15:02

Correo postal y otras adorables antigüedades

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Juan Teodoro Vidal. Químico. 

Este fin de semana asistí a la clausura de la Exposición Filatélica Nacional (EXFILNA),  que este año se ha celebrado en León. Este evento filatélico se celebra todos los años en una ciudad distinta de la geografía nacional y reúne a los más afamados coleccionistas, que compiten con sus mejores colecciones filatélicas.

Es agradable ver que las autoridades apoyan con su presencia actos como este en defensa de la filatelia y lo que representa, como el correo postal. Porque en el acto estaba presentes, entre otros, el Secretario de Estado de Fomento, el Alcalde y la Concejala de Urbanismo de la ciudad de León, el Presidente de Correos, el Presidente de la Federación de Sociedades Filatélicas y dos directores representando a la Casa de la Moneda, empresa nacional que fabrica en España los sellos de correos.

De pequeño, recuerdo que coleccionar sellos y monedas era una distracción interesante. Forjaba el espíritu de superación y cultivaba la sensibilidad hacia lo bien hecho. Intentar coleccionar sellos de las cartas que llegaban, para tener el mayor número de ejemplares que fueran representativos de los sellos existentes. Y de las monedas extranjeras, que llegaban a nosotros por el turismo, aunque también porque en muchas familias había algún miembro emigrante en el extranjero que las traían en sus vacaciones. Esa práctica, servía para conocer también los valores y cultura de otros países, ya que los estados representan, en sus sellos y en sus monedas, aquellos personajes que quieren homenajear de forma permanente con este sencillo método de difusión entre el público.

Ahora hay una menor afición por el coleccionismo. Puede que sea porque tenemos de todo. Pero me temo que es algo más profundo. En el caso de los sellos se trata de un cambio que se ha ido produciendo en la sociedad al ritmo que se ha ido imponiendo la llamada sociedad de la información. Ya casi nadie escribe cartas. La mayoría de las que recibimos son facturas o información comercial, que vienen franqueadas automáticamente sin la estampilla postal. En cuanto a las monedas, la introducción de Euro en nuestro entorno, ha hecho que el coleccionismo de moneda actual sea algo menos variado, ya que todos los países de la Unión emiten moneda con un formato y una cara común. Tiene menos aliciente coleccionar monedas que se parecen mucho.

Los que hemos vivido en una época en que no existía el teléfono móvil (¡increíble!) y que estábamos lejos de la familia o de la novia y escribíamos de forma regular cartas, echamos un poco de menos esa forma de vida, menos inmediata, pero quizá más emocionante. Hasta se jugaban interminables partidas de ajedrez, comunicando las sucesivas jugadas por carta y esperando la respuesta del contrario a vuelta de correo (¡!). Increíble que se tuviera que esperar varios días para recibir la respuesta de una conversación, a la vista de la inmediatez de nuestros medios actuales, con las distintas formas de los chats, Twitter, Whatsapp, etc. A veces da un poco de pena todo eso. A base de tener la respuesta inmediata, creo que no tenemos tiempo para nosotros mismos.

Quizá sería bonito retomar la costumbre de enviar cartas de nuevo, no sólo en Navidad, que colapsan Correos, sino para mantener una relación a base de manuscritos, ya que con el tiempo, y con la ayuda del texto predictivo del móvil y el Skype, acabaremos perdiendo hasta la capacidad de escribir.