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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 15:53

De nuevo la Guerra Fría

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En estos días la sociedad internacional está atravesando los momentos más inciertos desde la segunda guerra mundial y parece revivir los tiempos aparentemente superados de la Guerra Fría.

Hasta 1989, año en que empieza a desmoronarse el bloque comunista, el mundo se encontraba dividido entre el Este y el Oeste; había dos bloques, dos superpotencias –los Estados Unidos y la URSS- y un orden bipolar que lo controlaba todo desde su superioridad armamentista, su monopolio nuclear y el equilibrio de terror que implantaron.

Con la caída del bloque comunista y el desmembramiento de la URSS, Rusia perdió gran parte de su anterior peso mundial al ver escapar a sus aliados del Pacto de Varsovia que se incorporaron con celeridad a la Alianza Atlántica y a la Unión Europea. Tal diástole pro-occidental afectó no solo a los seis aliados y vecinos desde Polonia a Bulgaria sino incluso a tres de los antiguos componentes de la propia Unión Soviética como eran los Estados Bálticos -Estonia, Letonia y Lituania- países que nunca se habían integrado con convicción en la URSS y que mantenían estrechos vínculos con sus hermanos escandinavos.

En los últimos años hemos presenciado, sin embargo, un doble fenómeno en la región: de un lado la pérdida de fuerza internacional de los EE.UU. a la par que la aun frágil política exterior de la Unión Europea, y por otro lado, la recuperación del protagonismo de la Federación Rusa impulsada por el liderazgo de Vladimir Putin, cuyas muestras más recientes quedaron patentes en la gestión de la crisis de Siria,  en el caso del espía norteamericano Snowden a quien Rusia dio cobijo y en estos días en la forma arrogante de gestionar la crisis de Ucrania.

Un país éste independiente y soberano y que como tal debería ser capaz de disponer de su destino como considerara más conveniente a sus ciudadanos. En sus últimas elecciones, los ucranianos votaron mayoritariamente  a favor de Victor Yanukovich, claro reflejo de la mitad pro rusa del país y que como era de prever, tomó decisiones que dando la espalda a Occidente y a la Unión Europea, lo aproximó a Moscú y al proyecto ruso de crear una comunidad euroasiática en la que ya se encuentran Bielorrusia y Kazastán. Acabamos de presenciar cómo la mitad pro-occidental de los ucranianos se manifestó clara y contundentemente a favor de una Ucrania integrada en la UE y cómo cien jóvenes perdían sus vidas en el valiente gesto.

Pero si en el conjunto del país la minoría rusa representa el 22% de la población, en Crimea y otras zonas del sur, tal porcentaje es superior al 60% y los simpatizantes, aun más. Y es que Crimea fue cedida por Rusia a la hermana Ucrania en 1954 cuando ambos estados formaban parte de la Unión Soviética que el entonces Secretario General Nikita Kruschev calculó sobreviviría eternamente. La URSS emplazó en Crimea bases navales fundamentales para la estrategia defensiva de la potencia en todo el flanco Sur. Esas bases forman ahora parte importante del ejército ruso que no aceptará de buen grado ver cómo el país vecino se integra en las instituciones euro-atlánticas.

La situación no puede ser más delicada ¿Va Ucrania a defender con las armas su soberanía frente a una ocupación  rusa que ya ha comenzado a producirse?, ¿Van los EE.UU. y la OTAN a respaldar y defender la soberanía de un país que no es socio ni aliado?, ¿Está dispuesto Occidente a enfrentarse a una Rusia que sigue contando con un arsenal nuclear terrorífico?, ¿Está dispuesta Rusia a defender hasta las últimas consecuencias su vinculación con Ucrania?

Muchas dudas que pronto se irán desvelando. Teóricamente el choque armado sería inevitable entre una Ucrania con un orgullo y coraje patrio repetidamente probado en la Historia y una Rusia que habría trazado su línea roja en el vecino país. Y sin embargo, la única certeza en este momento  es que el mundo no puede permitirse enfrentar una nueva guerra que tendría consecuencias catastróficas sobre el planeta entero y que harían empalidecer los sufrimientos conocidos desde que comenzó la reciente crisis económica en la que aun estamos sumidos. Este es el tiempo de la diplomacia que debe triunfar y despejar los temores que en estos días se concentran en esa importante parte de Europa.