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domingo, 5 de mayo de 2024 | Última actualización: 14:30

Los premios Goya

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

El cine español acaba de celebrar su XXIX ceremonia de concesión de los premios Goya. Como buen aficionado al cine en general y al español en particular procuro, siempre que puedo, ver los Goya. Cuatro horas pegados a la tele tiene su mérito, particularmente en algunos años en que la ceremonia estaba tan politizada que quitaba las ganas no solo de ver los Goya sino también cualquiera de las películas en que aparecieran aquellas gentes que más que actores o directores, parecían activistas de partido.

Este año, casi por primera vez en bastantes ejercicios, el tono ha cambiado. No creo que se trate de una transformación espontánea sino que debe tratarse del efecto de alguna consigna bien manejada que otras veces no funcionó. Apenas una broma inocente del presentador dirigida al Ministro Wert y la habitual grosería del primadona Almodovar.

Después de varios años de constante decadencia de nuestro cine, 2014 ha conocido una buena remontada con la recuperación de un sólido porcentaje de espectadores que han respondido bien a la oferta de una serie de films de calidad y no solo de secuelas cada vez más deplorables de la serie ‘Torrente’.

‘Ocho apellidos vascos’, sin ser una obra original (copia el esquema de las francesas ‘Bienvenido al Norte’ y ‘Bienvenido al Sur’) ha sido capaz de batir todos los records de taquilla. Daniel Monzón después del éxito de ‘Celda 211’, acierta de nuevo aunque a menor nivel con ‘El niño’. Aun no he podido ver ‘Relatos salvajes’ ni tampoco ‘Magical girl’ otras dos de las triunfadoras de este año. Sí en cambio ‘La isla mínima’ que de forma muy merecida ha arrollado en el acopio de Goyas.

Nuestra industria cinematográfica es de modesta envergadura. Este buen año de 2014 ha conseguido generar 140 millones de euros de beneficio lo que representa un minúsculo porcentaje del PIB español que asciende a 1.2 billones de euros; una cifra aquella que resulta insignificante si se compara con el turismo (10% de nuestro PIB) o incluso con el capital que lamentablemente mueve la prostitución o la droga. Sin embargo el cine, como la literatura, el teatro, la música no deben contabilizarse solo en términos cuantitativos  sino que, trascendiendo de las cifras dibujan, por encima de otros muchos sectores, la imagen y la marca de nuestro país.

Muy bien, por lo tanto, al cine español de 2014 y también a la gala de los Goya aunque si se me permite, haré unas cuantas salvedades que en caso de aplicarse mejoraría la fiesta de nuestro cine en los próximos ejercicios. Mis recomendaciones serían las siguientes:

-Acortar en unos 60 minutos la duración de la ceremonia. Tres horas de fiesta es más que suficiente. El show del hombre-orquesta, algunos bailes alargaron innecesariamente la ceremonia.

-Limitar a dos personas las delegaciones que suban al escenario a recoger cada premio, solo una de las cuales debe ser portavoz del equipo.

-Prohibir a los intervinientes a utilizar palabras malsonantes o blasfemias.

-Mantener el tono apolítico que ha dominado este año evitando insultar groseramente a los asistentes que han hecho el esfuerzo de aguantar estoicamente varias horas de función no siempre amena.

Y fíjense que no me meto con la alfombra roja, los vestidos rutilantes y los smocking de marca. Sin contar con que la moda española genera un altísimo 2,7% de nuestro PIB –infinitamente mayor que el cine-, al menos una vez al año, nuestras estrellas deben dejar aparte los tejanos rotos y lucir sus mejores galas. Nuestro cine bien lo merece.