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martes, 30 de abril de 2024 | Última actualización: 14:51

¡Que llegan las elecciones!

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

A medida que se acercan las elecciones –a partir de Mayo tendremos las europeas y luego ya sin parar hasta las legislativas de 2016- los partidos empiezan a resituarse, a recomponerse y a jalearse.

El PP acaba de celebrar la convención de Valladolid para distraer la atención de las defecciones conocidas. El PSOE nos tiene en vilo durante todo el año tras anunciar  las primarias en Noviembre. Acaba de nacer Vox; IU, UPyD y Ciudadans se consolidan. Todos van lanzando sus programas que son promesas difícilmente realizables. Ya recuerdan “Prometer hasta vencer y después de haber vencido, olvidar lo prometido”. El sufrido ciudadano ha aprendido la lección  y desconfía profundamente del sistema y de sus instituciones, desde la primera a la última. Pero hoy no me referiré a ninguna de ellas en particular.

Porque en el fondo, lo que la ciudadanía quiere es algo bastante sencillo: quiere que pagando un mínimo de impuestos se le proporcione los mejores servicios posibles (en sanidad, educación, seguridad, obras públicas, etc.) y que se construya un sistema económico que se vivifique con la aportación de toda la fuerza activa del país.

Todo lo demás es secundario. Pero aquella pequeña ecuación –impuestos moderados, servicios adecuados y pleno empleo-  es tan fácil de enunciar como difícil de cumplir porque lo cierto es que en todo el ciclo democrático del país no se ha ido más que a hacer lo contrario de lo enunciado: los impuestos han ido creciendo exponencialmente teniendo como objetivo la creación de un aparato estatal elefancíaco con un número excesivo de funcionarios y políticos para alimentar los gobiernos central, autonómico y municipal; construyendo unos poderes ejecutivo, legislativo y judicial mal delimitados; y como consecuencia final, creando un sistema económico excluyente que desde siempre deja en la cuneta a una tercera parte de la mano de obra activa del país.

La lógica más elemental nos diría que en los dos años próximos veríamos una atomización de partidos que escapando de la polarización ideológica de derechas e izquierdas se irían hacia posturas que respondieran a las nuevas necesidades menos tradicionales, más innovativas, más modernas. Eso es, al menos, lo que está ocurriendo en otros países europeos.

No estoy nada seguro de que eso vaya a pasar en España. Por el momento lo que vemos es la segregación de los grandes partidos –PP, PSOE, CiU- con hijuelas correctoras de los errores detectados en las formaciones de origen. Veamos por ejemplo el caso de Vox. En una de las encuestas efectuadas en la tertulia de Intereconomía –cadena que veo con frecuencia-  se preguntaba a los espectadores “En las próximas elecciones, ¿votaría usted al PP o a Vox?”. El resultado dado por los oyentes fue del 71% a favor de Vox y 29%  para el PP.  Sinceramente, no sé cuántas llamadas se recibieron; el presentador dijo que miles. Permítanme dudarlo teniendo en cuenta las cabezas visibles del nuevo partido, con alguna honrosísima excepción que no creo sea decisoria a la hora de catalizar el voto. Más de lo mismo.

Tienen razón los nuevos partidos cuando subrayan las semejanzas entre las dos grandes formaciones a las que denominan PPSOE. Sus diferencias son más tácticas que ideológicas, de ahí que sepan maniobrar hábilmente y que no faciliten a los recién llegados – más bien todo lo contrario- a abrirse camino hacia el Parlamento.

En la actual coyuntura y con la decepción  ante los dos grandes partidos lo que debe preocuparnos no es que surjan algunos nuevos sino justamente lo contrario: no están naciendo suficiente número de tendencias y prácticamente ninguna se pone al paso de las nuevas necesidades del país: el encogimiento del aparato estatal y autonómico, la creación de una economía inclusiva, la incorporación de los jóvenes al mercado laboral, el progreso científico y tecnológico, la puesta en práctica de un sistema educativo robusto que ponga a las nuevas generaciones en una situación competitiva de cara al futuro que nos llega a marchas forzadas.