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viernes, 10 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:47

Las 'primarias' del PSCV

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Vicente Blay. Vicesecretario de Comunicación de Nuevas Generaciones de la provincia de Castellón. 

Nueve de marzo. Cae la noche en Valencia y el alcohol empieza a correr por Blanquerías. Estamos, aunque no lo parezca, en la sede de un partido político. Las botellas de beffeater y los canapés se confunden entre votos. Las urnas, garantes de la 'legalidad' del proceso durante toda la jornada dominical, hacen las veces de improvisada mesa donde apoyar vasos llenos de alcohol. Estamos en la sede de un partido político, aunque se asemeje más a un bar cualquiera.

De repente, el sonido de un teléfono se abre paso entre el jolgorio y la música festiva. Es el vencedor del día disculpándose por su retraso. Son las 20.00 horas y ha esperado hasta el final del recuento en su otra sede, la de Convergència Democrática de Catalunya. Justifica su ausencia aunque asegura que su delfín estará a la altura del trabajo encomendado...

Entonces se abre la puerta y de la mano de Elena Valenciano aparece el susodicho. Sin corbata y con el botón de la camisa despasado, su atuendo será el único guiño a la informalidad permitido aquí esta noche. A la vez que Ximo Puig ofrece victorioso su discurso, por el patio trasero del edificio sito en la calle Blanquerías número 4 se marcha cabizbaja, sin compañía alguna, la voluntad de cambio repetida hasta la saciedad por algunos y hoy tan denostada.

Estas primarias cimentadas (según sus impulsores) sobre dos grandes pilares como son la renovación y el cambio, han concluido en blanco y negro. Puig alardea de aire fresco pero lo hace con el mismo semblante, y sobre todo pelo, que ya lucía cuando en 1982 era jefe del gabinete de Joan Lerma.

Así, y tras dedicar treinta y dos años a catalanizar Morella y subvencionar medios de comunicación familiares, este sempiterno político parece ser el encargado de dar una nueva cara al PSCV (Y sí, digo PSCV porque por mucho que les moleste están en la Comunitat Valenciana).

¿Y cómo ha llegado a este punto? A través de una pantomima participativa en la que para él han sido los fondos de organización. Suya la maquinaria del partido y su gabinete de comunicación. Se ha buscado votantes pero solo con una condición: que el voto tenga una única dirección.

Bueno, y con la obligatoriedad de abonar dos euros para poder enarbolar la bandera de la democracia y la participación. Porque sí, pese a que un proceso de elecciones primarias dentro de una organización política podría ser digno de estudiar, el experimento celebrado por los socialistas valencianos no ha sido más que palabrerías vacías con un final anunciado incluso antes del nacimiento de algunos de sus votantes.