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domingo, 28 de abril de 2024 | Última actualización: 01:20

Causas (semi) perdidas

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

En verano y también en las restantes estaciones hay temas que rebrotan regularmente y que, pese a tratarse de cuestiones cargadas de razón, parecen no tener remedio, no consiguen más que fatigar a la opinión pública que acaba pasando de esas causas que considera tan justas como perdidas y que se teme es la pésima presentación de los medios informativos la que acaba perdiéndolas aun más.

Una de ellas es el ‘Caso Faisán’ que pondría en entredicho al Ministerio del Interior y al ex Gobierno socialista un objetivo crítico demasiado elevado como para que pueda ser alcanzado por la prensa. El caso está llamado a rebrotar durante largo tiempo y a desaparecer un día de la prensa de igual modo que entró: sin que nada cambie.

Otra causa (semi) perdida es el 11-M y sus verdaderos culpables. ¿Fue aquel acto de terrorismo, el de mayor envergadura sufrido recientemente en Europa, obra de un pequeño grupo de ‘lumpen’ o fue el resultado de una conspiración de gran envergadura en que pudieron estar involucrados países vecinos, amén del terrorismo de Al-Quaeda y de ETA? Esta cuestión, que metió a España nada menos que en la tercera guerra mundial después de haberse librado de las dos primeras, rebrota regularmente sin que se vea el menor atisbo de progreso.

Reaparece ahora por enésima vez la espina más dolorosa de nuestra soberanía nacional: Gibraltar. Perdido hace 300 años en un pulso entre dos potencias como resultado de la guerra de Sucesión, España nunca ha cesado de reclamar la devolución de esa parte de nuestro territorio. Y aunque hemos ganado todas las batallas diplomáticas en las Organizaciones Internacionales, Gran Bretaña no da el brazo a torcer basándose en un sencillo argumento: la decisión está en manos de los gibraltareños que, con toda lógica, prefieren tener todas las ventajas de ser británicos y al mismo tiempo, gozar del privilegio de encontrarse en la proximidad de España.

Desde el momento en que España renunció al uso de fuerza para recuperar el peñón (entre otras razones para evitar la humillación de una derrota ante un ejército muy superior al nuestro), la causa está en apuros. Nuestro país no es China que ha conseguido recuperar Hong Kong de los ingleses so pena de verse éstos aplastados por el peso de 1300 millones de habitantes.

Aparece en estos días un nuevo rifi-rafe motivado por el deseo español de controlar mejor la circulación de los gibraltareños por una frontera Shenguen y de facilitar las faenas de los pescadores españoles ahora perturbadas por la colocación ilegal por los llanitos, de bloques de hormigón en aguas territoriales españolas.

Los vaivenes de nuestra estrategia que oscilan entre, por una parte, el diálogo con Gibraltar  y la apertura de la verja y por otra, el rechazo a dialogar con nadie más que con la potencia ocupante hace que la cuestión rebrote cíclicamente sin que se atisbe una solución. No hay que olvidar que tener las dos llaves del estrecho más importante del mundo (Ceuta y Melilla y el Peñón) no sería fácil y que Londres cuenta siempre con el beneplácito de Washington.

No es erróneo mantener el fuego sagrado de las justas reclamaciones entre otras razones para que éstas sean ininterrumpidas. Pero no es bueno engañar a la opinión pública y sacarse de la manga causas (semi) perdidas cuando hay otras muchas, urgentes que se pueden y deben ganar.