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lunes, 13 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:59

Más democracia (I)

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

En 1996, en el último mandato de Felipe González, y días antes de que el PP ganara las elecciones, el CIS señalaba que la corrupción era uno de los tres mayores problemas de España. No es extraño si tenemos presente (FILESA, Roldán, Fondos Reservados, etc) lo que se vivió en aquella época. Pero, sin embargo, el estudio del CIS de 1996 indicaba que la percepción de corrupción era mucho menor que actualmente ( 17 puntos menos) y señalaba que los políticos no estaban ni de lejos mal valorados, pues sólo el 6,7 % los calificaba de “problema” cuando ahora lo hace el 27,6 % de los españoles.

Hoy, por el contrario, según la última encuesta de “Transparencia Internacional”, los españoles creen que los políticos de nuestro país se encuentran entre los más corruptos del mundo, y sitúan la corruptela de los partidos a un nivel peor que países como Argentina, Liberia o Túnez. De hecho, y además, el 66 % de los ciudadanos de nuestro país piensa que la corrupción ha aumentado en los últimos años.

¿Qué ha sucedido en estos años para que haya estos resultados tan nefastos, para que la percepción de que vivimos en una cloaca hedionda de corrupción sea tan acusada? Pues además de la socorrida sentencia de que la crisis económica ha bajado el umbral de tolerancia de los españoles con la corrupción política, tal vez debamos abogar por la explicación de que el sistema de la Transición ha demostrado sus carencias. El rey, en definitiva, se ha quedado desnudo, y lo ha hecho en un tiempo record.

La estructura política diseñada por el postfranquismo, la tan cacareada “Transición ejemplar”, ha demostrado finalmente lo que es; un sistema de control social y de perpetuación de las élites extractivas tradicionales. De ahí un sistema electoral con listas cerradas y bloqueadas, en las antípodas del sistema electoral de la II República, y diseñado para blindar un bipartidismo en la línea de la Restauración canovista. Lo dejaron atado. Pero que estuviera bien o mal atado todavía depende de nosotros. Y sinceramente, el futuro de nuestro país depende en buena medida de la decisión que tomemos.