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lunes, 13 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:59

“Si fuera tú…”: Calderas de condensación

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Guillermo Miró. Ingeniero Industrial.

Hola a todos. Esta semana ha ocurrido un evento que, aunque esperable, uno nunca está lo suficientemente preparado. Evidentemente, estoy hablando del momento en que algún electrodoméstico falla sin razón aparente. El proceso es el siguiente: te das cuenta del fallo, llamas a un especialista, estudia el caso sin perder mucho tiempo y te ofrece la mejor solución: “si fuera tú, lo cambiaría por uno nuevo”. Viendo como están las cosas, vamos a inaugurar una nueva subsección sobre el cambio de electrodomésticos y las tendencias en el futuro de éstos, y comenzaremos con las calderas de gas natural.

Hasta hace unos años, era habitual en viviendas con calefacción central el uso de calderas de gas, mucho más completas y más económicas que las eléctricas a la hora de suministrar agua caliente, tanto para calefacción como para uso normal (ducha, fregadero). En estas calderas convencionales se expulsa el gas producto de la combustión a alta temperatura, pudiendo alcanzar incluso 150ºC, con el objetivo de evitar condensaciones y facilitar la salida de éstos. Esto provoca una grave pérdida de energía, ya que dicho vapor de agua contiene un calor latente. Cuando el vapor de agua condensa -cambia de estado-, dicho calor es devuelto. En este caso, las calderas de condensación, condensan el vapor dentro de ellas y utilizan dicha energía aumentando el rendimiento de la misma hasta valores superiores al 100%, ya que el método de medida actual no contempla una mejora del rendimiento tan importante. En conjunto, una caldera de condensación puede aumentar su eficiencia un 20% a su predecesora convencional.

Además, se incluyen otras mejoras en todo el sistema, que según señalan algunos estudios en comparación con las calderas convencionales, se consigue un ahorro de hasta el 30% en el consumo de energía gracias a esta tecnología y se reducen, hasta en un 70%, las emisiones de gases contaminantes óxido de nitrógeno (NOx) y dióxido de carbono (CO2), ya que se optimiza mucho la combustión. Los resultados son importantes tanto en sistemas de calefacción de suelo radiante como en radiadores, ya que son capaces de trabajar durante más tiempo a baja potencia y eso hace que estén funcionando sin paradas, obteniendo ahorros considerables.

Sin embargo, y vaya novedad, no todo son ventajas. Aparte de que es necesaria una chimenea ascendente y un desagüe para su instalación, el principal inconveniente a primera vista es su precio. Algunos modelos pueden costar el doble que las convencionales. Sin embargo,  aquí hay que aplicar el sentido común, ya que al reducir el consumo se consigue reducir también la factura de gas, por lo que es posible que a la larga ahorremos con la instalación de una caldera de condensación. Aunque aquí en España somos mucho de “pan para hoy, hambre para mañana”, es necesario empezar a pensar en beneficios a largo plazo y sostenibilidad del mundo en que vivimos.

En definitiva, las novedosas calderas de condensación se caracterizan por presentar sistemas de funcionamiento más eficientes, que contaminan menos, obtienen un gran rendimiento y respetan el medio ambiente más que sus predecesoras. Si están pensando en una caldera de este estilo, simplemente les pido que hagan 4 números para calcular si es rentable a largo plazo o no. Como siempre, comentarios abiertos para dudas, opiniones… Hasta la semana que viene.