Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
Hoy voy hablarles de uno de los cientos de refugios que suelen crear los partidos políticos, en un alarde de clientelismo, que a ellos les sirve como ‘cementerio de elefantes’ de su propia casta a veces, y en otras de plataforma de despegue a mejores destinos.
Como se pagan con dinero público, no les importan las cifras astronómicas que pueda costar cada una de esas estructuras, a lo largo de su innecesaria existencia.
¿Han oído ustedes hablar de Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior?
Yo la verdad es que ni sabía de su existencia, hasta que salió la nota de prensa en Octubre de 2012, en la que se informaba que la ministro Fátima Báñez exigió la dimisión de su Presidente José Manuel Castelao Bragaña por haber hecho el lamentable comentario de que “las Leyes son como las mujeres, que están para violarlas”.
La Presidencia apenas le duró cinco días pese a estar estipulada en periodos de cuatro años, ya que sustituyó al socialista Francisco Ruiz Vázquez y a los cinco días fue sustituido por Eduardo Dizy Sánchez en su cargo.
Esta estructura estatal, dependiente del Ministerio de Empleo y Seguridad Social y creada por la Ley 40/2006 del 14 de Diciembre del mismo año por el Gobierno de Zapatero, tiene entre sus funciones el realizar estudios de todo tipo sobre situaciones que se presentan a los españoles en el extranjero, y que en mi humilde opinión podrían ser perfectamente realizados por las Embajadas que tenemos establecidas en casi todos los países más significados del mundo.
Me he pasado más de treinta y cinco años de mi vida recurriendo a sus servicios a lo largo y ancho de los cinco continentes, y siempre fui atendido con presteza y me aportaron en todo momento las soluciones a mis dudas o pequeños problemas de adaptación o integración en cada ciudad donde les necesité, tanto antes de 1975 como después de esa fecha.
El 23F me sorprendió en Jakarta y estuve permanente informado de la deriva de los acontecimientos a través de los servicios consulares de la Embajada, entonces basados en Jalan Thamrin, en el centro neurálgico de la ciudad.
Es decir que hablo con conocimiento de causa, tanto a nivel personal como comercial.
Por eso después de entrar a analizar las razones de la existencia de este Consejo, puedo asegurarles que no comprendo la necesidad del mismo, que no es ni más ni menos que una duplicidad de funciones en los trabajos y estudios que normalmente pueden ser perfectamente realizados a través de las estructuras que ya existen, sean Embajadas, Consulados u Oficinas Comerciales en el Extranjero.
De éste Consejo viven espléndidamente no sólo su Presidente, sus dos Vicepresidentes y su Secretario, sino también sus 43 Consejeros Electos, los 8 designados por las Patronales y Sindicatos y los 17 designados por los entes autonómicos, más uno designado por cada uno de los Ministerios de Justicia, Economía, Hacienda, Interior, Educación, Sanidad, Política Social e Igualdad y Ciencia e Innovación.
Es decir a grandes rasgos unos 80 cargos, más toda la pleya de secretarias y ayudantes imprescindibles para completar la estructura, con sus correspondientes viajes, dietas y demás gastos de funcionamiento.
Sin duda no es precisamente este ente uno de los ‘pesebres más prescindibles’ de los que florecen en cada rincón de nuestro Estado ni de sus Instituciones ya que alrededor de cada Autonomía, de las Diputaciones e incluso de muchos Ayuntamientos podríamos encontrar muchísimos ejemplos de lo que nunca debió de existir.
Y por eso cuando yo voté a Rajoy, lo hice convencido, al prometernos que acabaría cerrando todos esos nidos de colocaciones de las tres P:
A - Políticos sin cargo público en ese momento, por lo tanto en lista de espera.
B - Parientes sin trabajo, ni demasiadas ganas de encontrarlo en el sector privado donde trabajando el triple, iban a recibir la tercera parte de salario.
C - Personas (por no denominarlas de otro modo) al servicio personal de quienes les facilitan ese destino tan cómodo, y con unos horarios tan flexibles.
Pasados más de dos años de su Gobierno, me doy cuenta de que lo que yo soñaba, tiene muy poco que ver con la realidad actual.
Apenas se ha prescindido de casi ninguna de esas estructuras innecesarias, y como suele ocurrir en períodos de bonanza económica, no sólo no han despedido a los que colocó el Gobierno socialista anterior, sino que probablemente esas mismas instituciones les haya servido de acomodo a gente de su propio partido o entornos familiares y personales, ya que no he visto el mínimo interés en publicar un listado de las empresas públicas o para estatales, para autonómicas o para municipales de este tipo que hayan sido clausuradas.
Se critica ahora el cierre de Canal 9, que quizás sea el paradigma de lo que estoy denunciando.
Cuando lo que deberíamos de exigir los ciudadanos de a pie, es el cierre de todos esos nidos de incompetencias o duplicidades, que devoran una parte muy elevada de los Presupuestos Generales del Estado o Autonómicos y Municipales de una forma indigna e innecesaria, cuando se dejan de atender necesidades mucho más prioritarias, como de salud, educación o servicios sociales de atención a nuestros mayores.
No hay dinero para todo, pero lo lamentable es que no se sabe establecer un nivel de prioridades, anteponiendo lo imprescindible a lo innecesario.
Y por eso una vez más denuncio lo que creo denunciable, como lo seguiré haciendo aun siendo consciente de que muy poco o nada voy a conseguir, además de la animadversión de aquellos que viven de todos esos privilegios inexplicables.
