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sábado, 27 de abril de 2024 | Última actualización: 17:27

Un twitt reflexivo

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Santiago Beltrán. Abogado.

El que mucho habla mucho yerra y más vale callar lo que se sabe que decir lo que no se sabe. El refranero español anda con abundancia de locuciones que exhortan al pueblo llano a priorizar el dominio de los silencios propios frente a la esclavitud de las palabras, no siempre expresadas a tiempo ni en el lugar oportuno. Si lo anterior puede predicarse del ciudadano de a pie, qué decir si hablamos del político y del uso abusivo de las redes sociales. Los del vulgo, reconocido el error de bulto, correremos un tupido velo, o incluso lo reiteraremos si comprobamos que ha llamado mucho la atención entre los internautas y sobre todo si conseguimos la proeza de convertirlo en ‘trending topic’. El representante político, por el contrario, previsiblemente sea pasto de las iras del populacho social y echado, literalmente, al fuego de la injuria y la descalificación más oprobiosa.

Esta semana hemos sido testigos impertérritos de varios ejemplos en twitter, de cómo se las gasta el personal, cuando alguien comete un desliz, sea verdad o mentira, que al caso es lo mismo, o simplemente, cuando se abusa del medio y uno se convierte en la proactividad personificada. Cierto es que tanto Toni Cantó como Elena Valenciano, se arriesgan demasiado a quedar como muñeco de feria o capirote del cadalso, debido a su afán de protagonismo twittero o a su afición desmedida por la citada red social, pero el caso es que, en ninguno de los dos casos, se merecían las desdichas que han sufrido en forma de acusaciones despiadadas en el caso del primero, y de amenazas ‘quasi’ delictivas en el de la segunda, hasta el extremo de haberse visto obligada a cerrar la cuenta que disfrutaba con tanto placer.

Estos sucesos nos deberían llevar a reflexionar sobre el uso de un instrumento de semejante poder de comunicación y de influencia social, que permite conectar a número ingente de personas, sin ningún tipo de restricción ni de límite. Incluso aunque uno se los quiere poner, es como instalar puertas al campo, difícilmente no haya nadie para vigilarlas.

Aunque parezca increíble en ciento cuarenta caracteres puedes informar o contaminar la opinión pública, salvar una vida o cargártela, telegrafiar al segundo todas las miserias y bondades de tu vida, o simplemente justificar tu existencia. Y es un medio con inmensas posibilidades si se sabe utilizar inteligentemente o un artefacto del demonio en caso contrario.

Toni, Elena y todos los políticos activos en twitter deberán hacer una pequeña reflexión sobre la cuestión y quizás no ir tanto a una era donde lo más seguro es que solo recojan polvo.