Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.
Llevo muchos años haciéndome esta pregunta, y la respuesta en muy pocas ocasiones ha sido positiva.
En mi opinión suelen agravar los problemas que pretenden solucionar con sus convocatorias.
Pero para poder iniciar el análisis con una base entendible, baste decir que en España en 2012 se perdieron por huelgas mas de 40 millones de horas de trabajo en 1.284 huelgas llevadas a cabo a lo largo del año, en las que participaron 3.931.646 trabajadores, según un informe elaborado por la CEOE.
Respecto a 2011 aumentaron en un 10% el numero de huelgas y en un 187,34 % las horas de trabajo perdidas.
¿Hemos logrado alguna mejora evidente ante la perdida de tal barbaridad de capacidad productiva y de las mermas salariales de los trabajadores a lo largo de un solo año?
¿Acaso en su primer año de Gobierno el Partido Popular, no merecía un margen de confianza?
¿Tan bien lo había hecho el PSOE en 2011, y tan mal el PP en su primer ejercicio anual en el poder, como para doblarle casi el número de horas en huelgas?
La verdad, es que detrás de tanta productividad y rentabilidad echadas a la basura, en mi opinión había más motivaciones e intereses políticos que laborales.
Y como por otra parte los liberados sindicales no renuncian a nada en esas jornadas de huelga, ya que a ellos se las pagan sus sindicatos, las centrales actúan como correas de trasmisión de Rubalcaba y sus adictos, para llenar las calles de huelguistas, con razones y sin ellas.
Y lo vengo a significar en esta semana, porque los colegios e institutos se están vaciando en horas lectivas, mientras las calles de pueblan con esa chiquillería manipulada, que vive sus primeros pasos huelguistas, haciéndoles creer que están defendiendo la libertad, la democracia y su educación futura.
El socialismo español, se llena la boca en todo momento argumentando que con el recorte en educación, se va a resentir muy sensiblemente la calidad de la enseñanza, como si dicha calidad estuviese necesariamente ligada a los fondos que se destinan a ella.
No es verdad.
En los últimos 25 años, España ha dedicado a la enseñanza pública una cantidad de dinero tanto en términos reales como porcentuales respecto a su PIB, mucho mayor que los demás países de nuestro entorno europeo.
Y en todas las evaluaciones que aparecen estamos en la cola de Europa, y tan sólo Malta queda por detrás de España.
No tenemos ni una sola de nuestras Universidades, entre las mejores 200 del mundo.
La calidad de la enseñanza se ha deteriorado de una manera alarmante.
La LOGSE y todas sus pequeñas variaciones, sólo lograron que cada año nuestros coeficientes en la enseñanza pública fueran retrocediendo paulatinamente y acercándonos al pelotón de los torpes.
Por lo tanto, no sé lo que podrá dar de si la nueva Ley de Educación que ponga en marcha el Partido Popular, pero si conozco los resultados de la LOGSE de Rubalcaba, y no me gusta nada de nada.
Mi argumentación viene a demostrar que no por gastar más dinero, se tiene una mejor educación.
Lo imprescindible es administrarlo mejor, recuperar la excelencia en la educación, motivar a los estudiantes sin querer una educación igualitaria de mínimos como las que ellos habían establecido.
No es tolerable que alumnos con varias asignaturas suspendidas pasen de curso.
No es admisible que se concedan becas a diestro y siniestro, sin exigir una calificaciones mínimas determinadas, que demuestren el interés en estudiar y formarse por partes de nuestros jóvenes.
No podemos pretender crear un país de “universitarios por imposición del sistema”, cuando hay muchos jóvenes que se sentirían más a gusto y mejor predispuestos al sacrificio y al esfuerzo, encauzados en centros de formación profesional, mas acordes con sus capacidades e intereses, y con las necesidades de España.
Pero de todo eso, ni quieren oír hablar “el padre de la actual criatura” (Rubalcaba) ni la mayor parte de un profesorado que ya nació y se forjó bajo los auspicios de la LOGSE, y no ha conocido otra cosa.
Los mayores de 60 años, muchas veces nos quedamos sorprendidos de la paupérrima educación que están recibiendo nuestros nietos, comparativamente a la que recibimos nosotros e incluso nuestros propios hijos, con menos medios, pero muchas más ganas de esforzarnos, aprender y abrirnos camino, en un mundo lleno de obstáculos.
No nos quejamos, y aquí estamos sorprendidos y desilusionados.
Pero no de los niños ni de los jóvenes.
Sino de quienes no han sabido invertir debidamente el dinero destinado a la Educación, y que ahora les quieren enseñar a hacer huelgas y manifestarse contra algo que no sabemos como será, pero que es imposible que sea peor que lo que ellos impusieron.
