Noticias Castellón
lunes, 29 de abril de 2024 | Última actualización: 08:25

Vithas aconseja adquirir hábitos de vida saludables para reducir entre un 20-40% la probabilidad de sufrir un ictus

Tiempo de Lectura: 3 minutos, 26 segundos

Noticias Relacionadas

Los microinfartos pasan desapercibidos, raramente se diagnostican, y en la mitad de las personas provocarán discapacidad

Castellón Información

Cada año casi 120.000 personas sufren un ictus en España. La mitad quedan con secuelas discapacitantes o fallecen, y se prevé que en 2050 se convierta en una “epidemia mundial”, que podría prevenirse con un estilo de vida saludable.

La enfermedad cerebral vascular es una “afección silente” que puede presentar la persona durante muchos años como consecuencia de pequeños ictus (infartos o hemorragias cerebrales microscópicos), que pasan desapercibidos porque no dan clínica sintomática, pero que, según indica la Dra. Belén Moliner, directora médico de NEURORHB el servicio de Neurorrehabilitación de Vithas “al haber sido continuados en el tiempo llegan a afectar a una zona cerebral  más grande, lo cual provoca que empiece a aparecer sintomatología”.

“Hace años que empezó con pequeños olvidos, a estar un poco más lento, parecía que era otro, porque su conducta había cambiado: estaba más irritable, más suspicaz, más apático…” Según la Dra. Belén Moliner, éste es el inicio de una conversación que mantiene frecuentemente con familiares de personas con una enfermedad cerebral vascular, que muchas veces llegan sin diagnosticar.

En muchos casos la enfermedad se diagnostica al aparecer un ictus más grande, que sí da síntomas. El paciente entonces es derivado al Hospital y se le realiza la prueba de neuroimagen (resonancia magnética cerebral o TAC) y es entonces cuando se ve además del ictus de nueva aparición, responsable de la clínica, la enfermedad vascular cerebral silente. Las causas de estos microinfartos o microictus son múltiples, aunque los factores de riesgo más habituales suelen ser: hipertensión, diabetes, tabaquismo, sedentarismo, estrés emocional, colesterol, ácido úrico elevado…El resultado a largo plazo serán alteraciones cognitivas y conductuales, que pueden derivar en una demencia o, como se denomina actualmente, en un trastorno neurocognitivo mayor.

Al igual que ocurre en la circulación de todo el cuerpo, a nivel cerebral los vasos sanguíneos se ven afectados por todos estos factores. Si estos accidentes vasculares se presentan en vasos muy pequeños, que irrigan pequeñas zonas cerebrales, las consecuencias no serán perceptibles. Pero, si se dan de forma continuada en el tiempo, aparecerán problemas al provocar que zonas más grandes se vean dañadas. Ésta, explica la Dra. Moliner, “es la causa de esos problemas cognitivos y conductuales que aparecen de manera progresiva en el tiempo y de los que hablan muchos cuidadores, cuando acuden a nuestros centros con sus familiares”.

“Lo más importante es que el 90% de los ictus son prevenibles, tanto los de tipo isquémico como los de tipo hemorrágico”, señala Moliner. “Por este motivo- explica -algunos hábitos saludables ayudan a tener una circulación sanguínea cerebral sana como: dejar de fumar, de beber alcohol en grandes cantidades, controlar la hipertensión arterial, llevar una dieta saludable baja en grasas saturadas, buen control del azúcar en diabéticos, un peso adecuado, no hacer una vida sedentaria en exceso y controlar el estrés del día a día”.

La Dra. Moliner añade que “si la población supiera que tomar un alimento concreto puede ayudarle a proteger su cerebro contra esa catástrofe devastadora, no dudaría en comer todos los días verduras y frutas frescas de temporada o una lata pequeña de sardinas, por ejemplo, ya que son varios los estudios realizados hasta la fecha, que concluyen que es posible incluso reducir entre un 20-40% la probabilidad de sufrir un ictus”.

En el caso de aquellas personas que ya han sufrido un ictus, puntualiza la directora médico de NEURORHB, el riesgo de sufrir un segundo accidente cerebrovascular, aumenta considerablemente, por lo que además de estos cambios de vida saludable y de hábitos dietéticos, deberán seguir un tratamiento farmacológico adecuado para evitarlo, estrechamente controlado por su médico.