José Antonio Rodríguez. Asesor fiscal.
Lledó es 'elegancia de flama florint primorosa al Maig',estallar de sensaciones y emociones que el pueblo de Castellón manifiesta en estas fechas hacia su Patrona, semana de las fiestas patronales, que año a año en la primavera, celebramos en la Plana.
Lledó es manifestación de la religiosidad popular, pública y personal de cada uno de los que de un modo u otro publicitamos nuestra creencia, nuestra identidad cristiana y más aún queremos compartirla con quienes nos rodean de un modo diáfano y alegre, totalmente opuesto a quienes nos venden que la religioso es algo íntimo, personal, que no debe trascender del entorno particular,y mucho menos celebrarse de un modo colectivo.
Es una vieja y denostada teoría que desde planteamientos filosóficos nihilistas, pretende arrinconar la dimensión trascendente del hombre, relegando la religión y lo religioso de lo público, del día a día de nuestra vida. Sirva de ejemplo las palabras la alcaldesa de Castellón en el boletín informativo de la Cofradía de Lledó de este año 2018,en donde de un modo sutil y en tercera persona aparta lo religioso y trascendente de estas fiestas, dando importancia a los actos culturales que a su parecer son más universales y públicos pues , siempre a su entender, abarca a más vecinos de la ciudad. Pura contradicción si consideramos que son fiestas en honor a la Virgen María, madre de Jesucristo en la advocación más querida por los castellonenses, la de Lledó.
Lledó es dedicación, responsabilidad y trabajo de un grupo de personas, los miembros de la Junta de Gobierno que ponen todo su empeño año tras año en conseguir que la imagen de la Virgen esté atendida, ornamentada y preparada para recibir a los miles de castellonenses que de forma continua e incesante acuden al santuario, por cierto de propiedad municipal, para rogarle, pedirle y agradecerle, y organizar las fiestas mayores en su honor.
Lledó es difusión de la veneración a la Virgen, comenzando desde pequeños, en familia, generación tras generación en una cadena invisible, con lazos fuertes y perdurables en el tiempo, que mantienen viva la devoción a la Lledonera.
Lo he repetido en más de una ocasión y aunque reconozco que muy localista, no concibo Castellón sin Lledó, pues desde todos los ámbitos van unidos desde muy antiguo. Lledó está unida a la ciudad urbanísticamente por un paseo, cada vez menos largo y a la vez más visitado por los vecinos. Muchísimos castellonenses seguimos con especial atención, cuando no participamos cualquier acto o actividad que contenga el nombre de la Patrona o haga referencia a ella.
Además Lledó es cultura, impulsando actos y actuaciones que en torno a la Virgen promueven y favorecen el desarrollo de la poesía, la música, y la historia.
Que nadie se equivoque, todo lo anterior es en el corazón y en la mente para muchísimos de nosotros realidad en nuestras vidas, creencia viva, cohesión familiar, unidad en la creencia que se comparte devoción religiosa y manifestación pública de la fe, tan necesaria siempre y en especial en estos tiempos en los que la trascendencia es imprescindibles para entender y aceptar la realidad que vivimos y nos rodea.
Lo dicho, a participar en las fiestas y a disfrutar de su contenido.
