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jueves, 2 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:34

El obispo celebra el sábado la mayor ordenación de la diócesis en la última década

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El sábado próximo la Diócesis Segorbe-Castellón vivirá un acontecimiento  extraordinario: Mons. El obispo, Casimiro López, ordenará sacerdotes a siete diáconos. Hacía diez años que no había una ordenación tan numerosa. "Nunca es suficiente y hay que seguir trabajando en proponer y acompañar las vocaciones, pero estos siete jóvenes dan testimonio de que Dios sigue llamando, y que los llamados siguen respondiendo", apuntaron desde la diócesis.

Los 7 nuevos sacerdotes son 6 del seminario Redemptoris Mater y uno del Mater Dei. Estos jóvenes son Isaac Leiza (30 años, Castellón), del Mater Dei y Pedro Segarrá (27 años, Castellón), Alezander Alzate (33 años, Medellín, Colombia), Manuel Díaz (26 años, Valencia), Andrea Ricci (25 años, Teramo, Italia), Francisco Javier Fernández (30 años, Castellón) y Samuel Torrijo (25 años, Zarazgoza) del Redemptoris Mater.

¿Cómo serán estos nuevos sacerdotes?

Llegan en un momento en que el Papa Francisco pide a los presbíteros revigorizar la unción recibida en el día de su ordenación, y ésta “se mantiene fresca en una relación viva con Jesucristo”, como explicaba el obispo en su homilía de la Misa Crismal de este año, citando al Papa.Los ordenandos no son desmemoriados. Al contrario, son muy conscientes que lo que les permitirá ser fieles es la experiencia concreta, histórica, del amor y la misericordia de Dios en sus vidas

Así lo explican los siete: “Me trajo a Castellón, y me ha sostenido a pesar de las dificultades”, “Dios me quiere gratuitamente y me ha permitido reconciliarme con mi historia”, “pasé un tiempo de querer creer y no poder, pero recuerdo experimentar el Amor de Dios ante mis pecados”, “a pesar de mi infidelidad Dios no me juzgó; más aún, siguió llamándome”, “he visto a Cristo resucitado en mi vida cuando yo era incapaz de amar”, “en mi propia debilidad nadie me ha podido querer como me ha querido Él”, “he nacido en la pobreza, en medio de la violencia y las drogas, y Él me ha venido a buscar a mí”.

Visibilizar la presencia de Dios

Al mismo tiempo, el sacerdote forma parte de un pueblo: estando en él es escogido  por Dios, y a él es enviado para servirlo. Mons. López Llorente citaba al Papa para afirmar que “el ministerio sacerdotal tiene una radical forma comunitaria”. De ahí la exigencia de la cercanía y la disponibilidad. En la Misa Crismal el Obispo describía así esta actitud: “No podemos quedarnos en las sacristías ni en los despachos. Hemos de salir a las encrucijadas de los caminos y a las periferias existenciales”.

Los nuevos sacerdotes lo tienen claro. Conocen el valor de caminar en comunidad –los siete participan en el Camino Neocatecumenal- y han experimentado qué es anunciar el Evangelio “abandonado en su providencia, sin dinero, ni la seguridad de dónde íbamos a dormir o si comeríamos”. Uno asegura que, desde su vivencia, reconoce una llamada a “anunciar a las personas concretas el amor de Dios”. Otro lo sintetiza con una cita de la carta a los Corintios: “Cristo murió para que los que viven no vivan más para sí mismos, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos”.