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viernes, 26 de abril de 2024 | Última actualización: 14:30

La UPV ya avisó en 2017 que la zona del Alto Mijares era una ‘bomba de relojería’ por el alto riesgo de incendio

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El catedrático José Vicente Oliver analiza las condiciones del fuego y las singularidades de la provincia de Castellón

Una simulación realizada por la Universidad Politécnica de Valencia ya desveló en 2017 que la zona del Alto Mijares era como una ‘bomba de relojería’ por el alto riesgo de que se produjera un gran incendio. El catedrático, José Vicente Oliver, entiende que la despoblación, los residuos de masa forestal, la orografía y la meteorología son los grandes enemigos de este fuego que todavía podía haber sido mucho peor.

La provincia de Castellón, la segunda más montañosa de España, ofrece unas connotaciones muy singulares que, en caso de confluir, como ha ocurrido ahora, pueden desencadenar el ‘incendio perfecto’. Un incendio muy destructivo y prácticamente imparable.

Estas fueron las conclusiones a las que llegó el Departamento de Ingeniería Forestal que dirige José Vicente Oliver en 2017, cuando se realizaron una serie de estudios y simulaciones en el territorio de la provincia de Castelló.

En aquel momento, se realizó el estudio a tenor de unas fuertes nevadas producidas diciembre de 2016 y enero de 2017, que tronchó y destrozó una gran masa arbórea en la zona. Pasada la tormenta, el peso de la nieve y el frío dejaron a su paso áreas enteras pobladas de restos de a arboleda, que quedaron sobre el terreno.

Esta biomasa presentaba un riesgo muy elevado que, en caso de incendio hubiera sido su mejor combustible.

Estas condiciones se repiten tanto en el Alto Mijares, como en la zona de Els Ports. Un interior despoblado, lleno de cultivos abandonados donde ha crecido la vegetación y han sido invadidos por especies como los pinos, de fácil adaptación que arden con facilidad ante cualquier chispa producida por descuidos humanos o por los rayos de tormentas secas.

incendio villanueva viver

Si a eso se le suma, indicaba José Vicente Oliver, la orografía del terreno, las cosas se complican. Innumerables barrancos inaccesibles cuyo grado de humedad también propician el crecimiento de vegetación descontrolada. Cuando el fuego se adentra en uno de estos barrancos, el incendio es incontrolable.

Mapa del incendio del viernes 24 de marzo

Pero, además, hay otros factores, como los que se han dado cita en estos momentos: altas temperaturas, impropias de la estación y más relacionadas con los meses de verano. Los fuertes vientos que soplan en la zona (fundamentalmente el Mistral- NW), y que sí o sí empujan las llamas hacia los barrancos. Y este año, además, la falta de lluvias y la excesiva sequedad del terreno.

El incendio del alto Mijares, es un incendio con todas las características de un incendio de verano en una estación en la que habitualmente las temperaturas son más bajas y la humedad es mayor, cuando todavía no han comenzado las campañas de prevención.

Las simulaciones del gran incendio

Las simulaciones realizadas por el departamento de José Vicente Oliver presentaban varios escenarios.

Incendo Villanueva de viver

El peor de todos ellos, que afortunadamente no se ha producido y cabe esperar que no llegue apuntaba la siguiente hipótesis:  Por la zona donde se inició el fuego y las variantes meteorológicas con vientos de poniente (oeste, suroeste o noroeste), las llamas hubieran tenido todas las posibilidades de haberse extendido hasta la Serra de Espadà, alimentadas por el combustible vegetal de los montes y barrancos, pero también y por el mismo motivo, de haber abierto otros frentes al otro lado del Pantano de Arenós, por el norte, o incluso, haber alcanzado el Alto Palancia, por el sur.

El Incendio en su peor dimensión hubiera podido arrasar cien mil hectáreas hasta llegar a la Plana Baixa y no habría habido medio humano para detenerlo.

Por otra parte, reconocía José Vicente Oliver, si este incendio con sus características se hubiera producido en verano… las consecuencias hubieran sido mucho peores. Ahora se han evacuado 1.600 personas de pequeños municipios y aldeas… pero en verano, y con el turismo la población hubiera sido mucho mayor y la evacuación más complicada.

Las causas de la catástrofe: sociales y económicas

José Vicente Oliver reflexionaba sobre la idiosincrasia de zonas como la del Alto Mijares, que hace 50 años estaban habitadas por poblaciones, aldeas y alquerías. La gente vivía allí y se dedicaba fundamentalmente al cultivo de secano y a la ganadería, con laderas transformadas en bancales para aprovechar todos los rincones para sembrar.

El hecho de vivir allí protegía el monte. Eran terrenos muy minifundistas, explotaciones pequeñas y de titularidad privada.

Los movimientos de población hacia las grandes ciudades, la emigración a las áreas costeras deja un interior en condiciones de ‘abandono’ porque ya no es rentable vivir allí y porque faltan servicios.

Las carreteras generan excelentes vías de comunicación por las que las personas que antes vivían del campo y en el campo, pueden trasladarse a las grandes ciudades donde la vida es más fácil. La gente ya no vive en estos pueblos porque carecen de servicios.

Los trabajos tradicionales de estos pequeños municipios se han transformado en servicios turísticos y muchas veces estacionales, porque el turismo es ya su principal medio de supervivencia.

José Vicente Oliver no niega la influencia del cambio climático, pero en este caso, la verdadera causa de este tipo de desastres naturales es social y económica, es la despoblación del territorio.

Análisis del Incendio de Villanueva de Viver

Incendio de Villanueva de Viver

Una vez aclarado este punto, el catedrático de Ingeniería Forestal analizaba el incendio del Alto Mijares, donde lo de menos es quien causó la chispa que produjo el fuego.

Las condiciones del terreno, con una sequedad absoluta, la enorme masa forestal que ha actuado como combustible, y las ‘ventanas’ meteorológicas (con vientos de poniente), han contribuido a generar un incendio de enorme agresividad que se encajona y prende como chimeneas en los barrancos, frente al que se está actuando muy bien, con decisiones acertadas.

Ningún equipo humano hubiera podido hacerlo mejor de lo que se está haciendo. Los medios y las actuaciones están dentro de lo que se podía hacer.

incendio Villanueva de Viver

Los vientos de Mistral (Noroeste, el Cierzo) empujaron el fuego al barranco de la Maimona y desde allí a la carretera de Montán con Montanejos. La modificación de la dirección del viento a sureste ha permitido frenar el avance de las llamas. Y si persiste el grado de humedad y las condiciones climáticas, por lo menos hasta el jueves, cuando ya se ha anunciado poniente, es posible que el fuego pueda ser controlado.

¿Se podía haber evitado?

José Vicente Oliver lo ve difícil, porque las actuaciones que hay que desarrollar son lentas y van mucho más allá de una mera vigilancia del fuego.

En 2017, mencionó cuando se produjo la simulación y la alerta de las consecuencias de las nevadas y de que se pudiera prender toda la masa arbórea seca que quedó tras la tormenta, se invirtieron 6 millones de euros para poder retirar los restos de esa madera sobre los montes de titularidad pública. No era una cantidad importante, pero, además. Es que todos esos terrenos son antiguos terrenos cultivos de secano de titularidad privada. Minifundistas, explotaciones muy pequeñas a los que no llegaron aquellos fondos.

Además, existen normativas. No todo lo que crece es maleza y las intervenciones deben ser realizadas por personas expertas. Hay que eliminar la biomasa vegetal muerta, pero deben realizarlo profesionales.

La mejor forma de cuidar el bosque, además de cumplir con todas las precauciones, es fomentar la lucha contra la despoblación.

Hay que valorar también los daños de los incendios. Cuando se habla de la descarbonización de las ciudades, de la eliminación de los vehículos para reducir el CO2, parece evidente que tiene un coste, pero también una consecuencia. Un incendio como este libera en la atmósfera una cantidad mucho mayor de CO2 de la que no se da cuenta.

Según Oliver, las soluciones no son inmediatas, tampoco deben ser políticas. Exigen una inmensa valentía para hacer frente al problema y un consenso absoluto para estimar el valor del paisaje y su conservación.

Se haga como se haga, no saldrá gratis.