Todo tiene un orden. Todo necesita unas normas y hasta un protocolo. Incluso la naturaleza, que aunque es sabía, también necesita ser ‘domesticada’ para el bien de todos. Incluso de la propia naturaleza.
Desde la Generalita de Ximo Puig, el socialista Ximo Puig, ha apostado por el libre albedrío. Que la naturaleza fluya como le venga en gana. Nada de controlar a las especies, ya sean animales o vegetales. Y así no va...
Es la nueva ecología. Ecología de despacho hecha por ecologistas de libro. Y es que la teoría y la realidad, en la mayoría de los casos, tienen muy poco que ver. O casi nada.
Lo he denunciado muchas veces en esta misma tribuna. Con el tema de la superpoblación de algunas especies, como es el caso de los conejos, los jabalíes y las cabras montesa. Una superpoblación que ha sido nefasta tanto para los animales –ahí está la sarna- y para las `personas, que han sido protagonistas de demasiados accidentes en la carretera por la inesperada presencia de animales en la carretera…
Pero lo de ahora ha sido mucho peor. Tantas y tantas hectáreas de bosque calcinadas, acabando en un instante con el trabajo y las ilusiones de tantos agricultores y ganaderos. ¿Se podían haber evitado estos incendios que han asolado a nuestra provincia?
Es absolutamente necesario cambiar de manera urgente la política ambiental. La actual política ecologista, basada en no hacer ni dejar hacer absolutamente nada, o lo que podíamos llamar como el libre albedrio, “ha convertido los montes los está convirtiendo en un polvorín de consecuencias imprevisibles”, como dijo mi compañero y amigo, el alcalde de les Useres, Jaime Martínez, cuyo municipio acaba de sufrir el peor incendio de su historia.
Es que, al analizar el terrible incendio de les Useres, Martínez llegó a la conclusión de que “aquellas partes que estaba cuidadas y que contaban con intervención humana se han salvado de la quema”. Esperemos que este dramático suceso que ha vivido –todavóa no ha acabado la pesadilla- sirva para que tomen nota y no se vuelvan a repetir los errores. Y vuelvo a tomar prestada las palabras de Jaime Martínez para recordar a unos y a otros que “proteger los bosques no es prohibir su limpieza ni impedir la apertura de cortafuegos, es compatibilizar la actividad y la naturaleza para hacerla sostenible y al servicio de todas las partes”.
