Enrique Domínguez. Economista.
Un año más, la Feria Internacional del Turismo FITUR abre sus puertas y, una vez más, el sector turístico castellonense pone su mirada y su participación en la misma. Un año más acudirán los municipios turísticos castellonenses en los que la actividad turística es o quiere ser importante a presentar sus ofertas municipales. Una vez más, aunque en bastante menor número que hace unos años, se desplazaran a visitar la feria y, lógicamente, su estand los políticos de esos municipios y de la provincia.
Los langostinos parece que ya no son lo que la prensa provincial fotografiará junto a sonrisas de lado a lado de los representantes municipales haciendo ver que trabajan y desarrollando sesudas reuniones con turoperadores para vender las excelencias de tal o cual localidad.
Parece justo que cada localidad quiera destacar aquello que cree que es más representativo o que puede atraer más visitantes y, por tanto, contribuir a mejorar la actividad económica del municipio. Pero, ¿qué importancia tiene el turismo en cuanto a número de funcionarios dedicados a esa actividad comparada con urbanismo?
Los municipios de la Comunidad Valenciana se presentan bajo el paraguas de la Generalitat en el mismo estand y ello evita la dispersión. Si alguien quiere encontrar algo de la CV, solo tiene que acudir al estand (aunque siempre hay alguien que va por libre). Allí están todos los municipios participantes juntos; juntos, pero no unidos.
¿Por qué digo esto? Pues porque no se aprovechan las sinergias de estar juntos; porque cada ayuntamiento ofrece lo suyo sin ponerlo en relación con las ofertas de las demás localidades de su entorno, provincia o comunidad. Cada uno juega con sus recursos turísticos y hace la guerra comercial por su cuenta; da folletos, expone ante una más o menos mínima (y de la casa, en muchos casos) audiencia y se hace la foto de rigor. Y nada más.
Tenemos unas infraestructuras en la provincia que pueden ayudar a fomentar la actividad turística como son el aeropuerto y la alta velocidad pero falta una visión y acción conjunta de todos los municipios, y no de
cada uno por separado.
Esto quiere decir que en lugar de ofrecer cada localidad sus excelencias turísticas, es necesario añadirle valor a las mismas. ¿Y cómo? Pues definiendo los diferentes productos turísticos que tenemos y figurando en cada uno de ellos los municipios que lo ofertan, detallando su contenido de manera sencilla y fácil de consultar (aprovechando las nuevas tecnologías), manteniendo actualizada esa información, que será de fácil consulta en una web y pensando en ese visitante potencial; es decir, pensando que tendrá que desplazarse desde su punto de llegada a la provincia a los lugares elegidos, que tendrá que pernoctar, comer o divertirse.
Si eso se hace así y tenemos identificados los posibles clientes de esos productos, será más fácil su promoción y difusión. Y si, además, nos preocupamos por mejorar la calidad y formación de los trabajadores y de los servicios ofrecidos, posiblemente conseguiremos que la actividad turística sea una actividad de futuro en la que crean sus participantes y muchos de sus ciudadanos. Ahora, y en bastantes localidades, se soporta al turista y nada más; se piensa que la actividad turística son los meses de verano y ya está. Se desaprovecha totalmente una provincia en la que apenas baja el termómetro por debajo de los cero grados en la costa.
Pero todo esto hace imprescindible que el empresario crea también en el turismo como actividad de futuro, que actúe coordinadamente y con visión de empresa y no de chiringuito. Si no es así, la feria de 2019 será más de lo mismo. Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?
