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sábado, 4 de mayo de 2024 | Última actualización: 21:25

El poder de la imagen en los negocios

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Está demostrado científicamente que nuestro atuendo produce una impresión en los que nos rodean y que influye en nuestros movimientos profesionales

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Las personas dedicadas a los negocios, saben que para tener éxito profesional es necesario el talento. Pero hay otro ingrediente que juega un papel fundamental y que no puede pasar desapercibido: la imagen, que será clave para generar confianza. El impacto que visualmente alguien produce en nosotros con su apariencia y con su actitud tiene un peso verdaderamente decisivo para generar la identificación necesaria en los negocios. El ser humano está biológicamente diseñado para interpretar la realidad a través de sus ojos. El 90% de la información que transmitimos a nuestro cerebro proviene por el canal visual y también tendemos a recordarla más tiempo y con mayor nitidez.

Una vez que un individuo gana cierta repercusión y notoriedad en su campo profesional se sitúa en el punto de mira, y esa exposición pública demanda nuevas responsabilidades. Cuanta mayor audiencia tenga nuestro discurso más importancia debemos de volcar en nuestra apariencia. Especialmente en nuestros días, ya que la tecnología digital ha disparado aún más el contenido audiovisual multiplicando exponencialmente el número de fotos y de videos en el mundo cada día.

Hay varias facetas que se engloban dentro del concepto imagen. Hemos de poner mayor o menor ímpetu en diferentes aspectos dependiendo de la actividad en concreto. Así pues, por ejemplo, muchos líderes empresariales y políticos reciben formación acerca de como expresarse en público de manera clara y concisa con el lenguaje hablando. No obstante igualmente importante es la comunicación no verbal, la gesticulación que deben emplear y por supuesto, la postura corporal que en muchos casos deben corregir y acostumbrarse. De este modo y de una manera muy sutil, su mensaje cala con mayor contundencia y rotundidad en sus receptores.

Nos guste o no, está demostrado científicamente que nuestro atuendo produce también una impresión en los que nos rodean y que influye decisivamente en nuestros movimientos profesionales. La imagen de poder, genera autoridad y respeto, que puede ser muy conveniente si nos movemos en negocios competitivos.

Hay complementos que se usan únicamente con la idea de potenciar un cierto estatus social. En este sentido uno de los ejemplos más claros es el de los relojes. Actualmente los relojes de pulsera han perdido en muchos casos su función primaria que es dar la hora, ya que en la era en la que vivimos, nuestros dispositivos móviles y digitales de uso diario nos informan sobre este asunto. Sin embargo, los relojes son uno de los complementos más distintivos. Especialmente algunas marcas como Rolex que tienen una larga historia asociada a la fiabilidad, la confianza y el éxito. Y precisamente por contagio identificativo, son las propiedades que logran transmitir a sus portadores.
Pero además, estudios han demostrado que vestir bien tiene incidencia positiva en la productividad del portador, aumentando su autoconfianza y su seguridad e incluso mejora la eficiencia comunicativa.

Por último cabe también mencionar la importancia de identificar lo que es realmente adecuado para nuestro entorno laboral. Las empresas no tienen siempre el mismo código y lo que en un ambiente empresarial es apropiado, no lo es en otro. Por ejemplo, en códigos más tradicionales, el traje y corbata puede ser la fórmula perfecta, mientras que en las denominadas start-ups y empresas más modernas, quizás un atuendo cuidado y profesional pero más desenfadado y creativo sea más apropiado.