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sábado, 4 de mayo de 2024 | Última actualización: 20:56

Cuando gane la derecha

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Faltan siete semanas para que votemos en las elecciones locales y poco más de siete meses para que lo hagamos en las generales. Habrán ustedes comprobado que la mayor parte de las encuestas fiables dan la victoria a la derecha y aun cuando el PP insiste en que no piensa pactar con Vox, todos sospechamos que esto son posturas de campaña que se ajustarán a la luz del recuento de votos. Sería suicida no pactar con quien haga falta y que respete la Constitución en la derecha, mientras que la izquierda se aglutina con cualquier formación indeseable y anti constitucional.

Es probable que en mayo y en diciembre conozcamos cambios de gobierno a escala local, autonómica y nacional. Quienes así lo desean hacen ya sus cálculos para vislumbrar una profunda transformación del país que -como decía Alfonso Guerra en sus tiempos- no lo va a conocer ni la madre que lo parió.

Me temo que vamos a tener que ser todos muy moderados en nuestras expectativas ya que los cambios que operará la derecha van a ser menos radicales que desearíamos. De hecho, la victoria de Aznar en 1996 y de Rajoy en 2011, consiguieron aplicar importantes mejoras económicas, reduciendo significativamente el paro, pero no se atrevieron a rectificar algunas de las leyes aplicadas por González y Zapatero.

Si en 2024 España conoce un nuevo triunfo del PP con o sin el apoyo de Vox, los españoles tendremos una primera satisfacción consistente en el desplazamiento de una mayoría Frankenstein del Parlamento y del pacto sanchista-comunista de La Moncloa.

A partir de ese momento, las leyes que emanen de las Cortes serán mucho más razonables que los decretazos conocidos en los últimos cinco años que han superado en numero -138- a los que cada uno de los presidentes anteriores aprobó durante su a veces largo mandato (14 años en el caso de González).

No va a ser fácil, sin embargo, corregir algunos de los dislates adoptados por Sánchez durante su gobierno. Veamos solo algunos de ellos.

En junio de 2022, el presidente cambió la histórica posición de España respecto al Sáhara Occidental reconociéndolo como parte del territorio marroquí y renunciando así a la política de las Naciones Unidas que pedía a Marruecos la organización de un referéndum que decidiera el futuro del Sahara.

Tal decisión de España satisfizo, por supuesto a Rabat pero creó un gran desconcierto en el Magreb y principalmente en Argelia que congeló nuestras relaciones diplomáticas y comerciales con Argel, con graves consecuencias sobre nuestro privilegiado suministro de gas.

No es previsible que un nuevo gobierno pueda revertir la situación recuperando la postura en favor del Polisario lo que previsiblemente provocaría fuertes reacciones de Rabat contra Ceuta y Melilla con oleadas de migrantes hacia ambas ciudades sin contar con otras medidas de mayor gravedad.

Los decretos movilizados por el sector podemita del gobierno -las leyes Trans, la de solo el si es si, la del aborto, la eutanasia- están causando profunda conmoción en el país y aun cuando Núñez Feijóo ha prometido suprimir algunas de ellas cuando acceda al gobierno, no le va a resultar fácil hacerlo con un Tribunal Constitucional dominado por la izquierda.
Ni siquiera será fácil para el PP reponer la sedición y la malversación contando con el código penal que habrá recibido en herencia que incluso permitirá la celebración de una consulta edulcorada que decida el futuro de Cataluña. De ERC y de JXCAT cabe esperar todo y de Conde Pompido también.

Y en el capítulo económico que el PP siempre ha manejado con excelencia, lo va a tener particularmente difícil esta vez, con unas pensiones que se llevan un buen 30% del presupuesto, un pago de la deuda externa y un paro que completan el bocado hasta más de la mitad de nuestras cuentas. Con semejante panorama será difícil que, pese a su mejor voluntad, la derecha pueda rebajar significativamente la presión fiscal actual del 42% de nuestros ingresos.

En definitiva, muchos de ustedes van a votar a la derecha no solo porque así se lo pide el corazón y el buen criterio sino también para perder de vista a Sánchez y sus aliados. Pero no exijan milagros ni los pidan con urgencia. La España que la derecha heredará será difícil de enderezar y necesitara tiempo y paciencia. Pero la espera valdrá la pena.