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jueves, 2 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:30

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Ximo Puig acaba de preconizar el cambio que se avecina, y que será más de lo mismo. Aquí el único cambio posible es el del borrón y cuenta nueva. Si las próximas elecciones autonómicas, o generales, las vuelve a ganar el PP será el desastre. Pero si las gana el PSOE será la hecatombe. Para que exista una regeneración de la vida pública es imprescindible que ambos partidos desaparezcan de la escena. O los quemamos los sufridos ciudadanos con nuestra papeleta en las urnas, o acabarán incendiando España.

Nos han llevado a un país sin salida y a un estado no sólo de desgobierno sino, lo que es peor, de ingobernabilidad. Aquí ya campa cada garito autonómico por sus reales caprichos y no hay justicia que valga para poner un mínimo de orden, pues ha sido convertida en arma arrojadiza de un partido contra otro, y más parece que las decisiones de gobierno están en manos de los jueces, al haber judicializado la vida pública y someter a recursos de todo tipo la más nimia decisión de gobierno y la casi totalidad de las leyes.

Mientras el país no levanta cabeza, por más que la prima adelgace y las estadísticas del paro bajen, se sigue destruyendo empleo, porque lo que nos desangra es el modelo económico que suplantó nuestro sistema productivo desde los lejanos tiempos de nuestro ingreso al Mercado Común, que no Unión Europea. La deuda sigue creciendo y no hay quien la pare ni tenga capacidad de hacerlo, con todos los gallineros revueltos y los polluelos piando subvenciones, becas y toda clase de prebendas.

PP y PSOE han llevado a la putrefacción nuestro sistema constitucional al cambiar las reglas del juego y haber terminado con la higiénica división de poderes. Atentó contra ella Felipe González, mantuvo el atentado Aznar a pesar de sus promesas de regeneración, y hacen uso fraudulento de una separación ficticia tanto Zapatero como Rajoy, que han jugado al reparto partidista y descarado del un poder judicial cautivo de los acuerdos entre los dos partidos turnistas y los dos nacionalistas que no quieren ser españoles, a pesar de sus mangoneos y latrocinios de los presupuestos públicos.

El legado político de Zapatero es más grave que el desastre económico que nos dejó. La paz de ETA ha resultado ser una indignidad, donde el terrorista ha sido elevado a la categoría de estadista. Y queda flotando en el ambiente el valor fantasmal de la lucha armada como única arma capaz de conseguir objetivos más allá de lo previsto por la legalidad. Se han subvertido todos los valores democráticos y no cabía mayor exaltación del terrorismo y de su utilidad política que lo que hemos vivido en las últimas semanas, donde ya no se sabe dónde están ni los políticos ni los jueces ni los terroristas que, según dicen, dejaron de serlo. Como si aquí no hubiera pasado nada.

Ha llegado el momento de decir basta. Ya no nos representan los partidos, PP y PSOE, que se han burlado de los ciudadanos y han traicionado sus votos. Reiteradamente.