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jueves, 2 de mayo de 2024 | Última actualización: 12:46

Rodríguez Zapatero no vive en un primero

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Luis Andrés Cisneros. Coordinado Medios de Comunicación Vox Castellón.

Desde que el 27 de diciembre del año 2005, se publicó en el BOE la Ley 28/2005, de 26 de medidas sanitarias frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el suministro, el consumo y la publicidad de los productos del tabaco, la vida de los propietarios de los primeros y segundos pisos de las fincas que tienen debajo un bar o restaurante han cambiado radicalmente.

A partir de ese momento, las puertas de entrada de los citados locales, se han convertido en un lugar de ‘culto’ para los fumadores, tanto empedernidos, como ocasionales. De esto se deduce que el señor Rodríguez Zapatero, a la sazón Presidente del Gobierno e impulsor de la citada Ley, no vivía en un primer piso y ni siquiera en un segundo. Ya que, si residiera en un piso bajo, no la hubiera propuesto.

Esa Ley se promulgó con un objeto claro, defender a la Sociedad de las nefastas consecuencias que, para la salud, tiene el consumo del tabaco. Por ello se prohíbe fumar en locales cerrados, así como cerca de hospitales, parques, escuelas y en todos aquellos sitios donde pudieran encontrarse niños.

Para el señor Rodríguez Zapatero, en cambio, se podía ahumar sin límites a los propietarios y/o residentes en los primeros o segundos pisos, sin importarle, siquiera, si allí habitaban niños, mayores, enfermos, o cualquier otro ser. La culpa es de ellos por comprarse pisos bajos.

Si nos fijamos bien, a la puerta de cada bar, cafetería, restaurante y otros locales, pero principalmente en esos tres. La concentración de personas fumando es importante, haciendo que para entrar en esos locales tengas que pasar por ‘una cortina de humo’. Si esto ya es molesto para los viandantes, imaginemos cómo tienen que estar de ‘humos y olores’, y más en verano, las viviendas encima de esos locales.

Encima, la acumulación de colillas y otros detritus que los clientes fumadores dejan encima de la acera, es otro foco de suciedad. Les propongo que paseen por cualquier ciudad española y vean el humo y olor, además de suciedad, que hay da la puerta de los locales de consumo de bebidas.

No se puede hacer una Ley que perjudique, de forma notoria, a un grupo de personas que tienen todo el derecho del mundo a que se respete su intimidad, entre lo que se encuentra que su casa esté libre de humos y malos olores añadiendo, además la contaminación acústica que significa el tener a un grupo de personas hablando debajo mismo de las ventanas.

En el complejo residencial donde ahora vive el expresidente, en las afueras de Madrid, seguro que no tiene problemas de humos, olores ni ruidos, eso para la plebe, no para el personaje que dictaminó aquello de “la tierra es del viento”.

Por lo menos es una Ley curiosa, protege a las personas que entran en los bares y desprotege a los que residen en las fincas donde estos están ubicados. Se hace con la idea de proteger a los niños de los efectos nocivos del tabaco, pero se les perjudica si viven encima de los locales.

Por cierto, tanto que presume nuestro consistorio de velar por la sostenibilidad de nuestra ciudad, ¿no sería conveniente que hicieran algo al respecto?

A lo mejor, el cuidar por la salud de los castellonenses, no entra dentro de las medidas ‘políticamente sostenibles’ o atajar este auténtico problema no da para hacer reportajes fotográficos ‘vendibles’ al electorado.