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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:30

Los últimos de Filipinas

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Luis Andrés Cisneros. Coordinado Medios de Comunicación Vox Castellón.

El 2 de junio de 1899, 33 soldados españoles salían de la Iglesia de Baler, situada en la isla de Luzón (Filipinas), donde habían estado sitiados durante 337 días por fuerzas filipinas muy superiores en número. De esta forma se puso fin a una de las mayores gestas del Ejército Español en su dilatada historia.

Curiosamente, entre los 33 supervivientes, de un total de 57, se encontraban dos soldados de nuestra provincia. Emilio Fabregat Fabregat, de Salsadella, y Ramón Ripollés Cardona, de Morella. Por cierto, no tengo conocimiento de que se les haya hecho ningún homenaje en nuestras tierras, a estos dos héroes. Será que este hecho no forma parte de la Memoria Histórica políticamente correcta. Mientras que el Gobierno filipino de entonces les trató como verdaderos héroes.

ultimos de filipinasLa abnegada y valiente gesta de estos hombres (se encuentra suficiente documentación sobre este hecho) dio pie a que se hiciera una película con el título Los últimos de Filipinas (1945) y, más recientemente en la serie de TVE, El Ministerio del Tiempo, se ha vuelto a recuperar este episodio histórico. Ese fue el último acto de la guerra hispano-norteamericana, que trajo como consecuencias la pérdida de Cuba y de Filipinas. Esta última se acordó venderla a EEUU por 20.000.000 de dólares.

Y éste fue el inicio de la persecución y aniquilación del idioma español en dicha zona del mundo. En el año 1899, más del 62% de la población hablaba y dominaba la lengua de Cervantes y, en los momentos actuales, por desgracia, no llega ni al 1% de los habitantes filipinos que hablan español., Y eso a pesar de los esfuerzos que un pequeño grupo de nativos que descendientes de filipinos hispanos realizan para preservarlo.

La conquista del archipiélago filipino por parte de los norteamericanos trajo consigo la metódica denigración de lo que significaba todo lo español, ya que los españoles eran seres que asesinaban, robaban y eran crueles, malas personas e intolerantes (España nos roba y no nos deja hacer lo que queremos, ¿les suena?).

Por esa razón, había que eliminar el idioma español de la vida pública (cambiándolo por el inglés), ya que hablarlo significaba ponerse a la altura de un pueblo tan depravado. Además, hablarlo equivalía a rememorar una época oscura y tenebrosa donde sólo había religión, represión, injusticia y miseria (¿Dónde oigo ésto en estos tiempos?). Eso se inculcaba en la sociedad filipina, desde la escuela (¿A alguien le suena?).

Después los ocupantes useños (USA), hicieron matanzas, masacraron a la población civil llegaron, incluso, a eliminar por completo a la población de habla hispana de Manila, situada en la zona llamada Intramuros (1945), así como asolar por completo este barrio que conservaba las raíces españolas. Su pecado, hablar español. Todo esto lo hizo en la II Guerra Mundial el General Mac Arthur, aprovechando que allí se encontraban los japoneses. Curiosamente hay un monumento que recuerda este genocidio escrito íntegramente, no podía ser de otra manera, en inglés.

La lengua de Shakespere se impuso de manera obligatoria en la enseñanza y se prohibió el español (¿algún parecido con la inmersión lingüística?). En sólo dos generaciones, la lengua hispana fue erradicada y amordazada e, incluso, fue destruido el patrimonio cultural y artístico. Entonces aprovecharon para reetiquetar, por supuesto en inglés, todos los monumentos que quedaban de la época española.

La independencia de Filipinas, en 1946, no sirvió para recuperar el español, el inglés sigue siendo prioritario. Incluso en 1987 la Constitución Filipina retiró el estatus de idioma oficial al español (¿estamos asistiendo a un déjà vu?)

Tampoco hay que desdeñar la inanición de los distintos Gobiernos de España, y ha habido muchísimos y de todos los colores, ante el exterminio lingüístico de nuestro idioma permaneciendo, todos ellos, absolutamente indiferentes. Se han limitado a instalar allí un Instituto Cervantes, muy poco asequible al pueblo filipino. (de momento no les damos dinero a manos llenas, pero todo se andará).

Y para colmo de las mayores incongruencias, una vez al año se celebra en Manila el “Philippine – Spanish friendship day” (Día de la amistad hispano-filipina y, el embajador español aprovecha esa fecha especial para dar su discurso en INGLÉS, dando la impresión de avergonzarse de su propio idioma y dando una imagen descorazonadora a los hispanofilipinos que aún lucha por seguir hablando ESPAÑOL.

Esto que acabamos de leer, querido lector, son las pautas, de manual, para entender cómo se extermina un idioma. No deja de ser un aviso a navegantes, que nos encontramos en aguas revueltas y tormentosas, como es la España de las autonomías.