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miércoles, 1 de mayo de 2024 | Última actualización: 03:22

Sindicatos, esos fósiles

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Pascual Montoliu. Ha sigut capellà, professor d'antropologia i teologia, i tècnic comercial.

Pasó con más pena que gloria el 1º de mayo. Removiendo archivos me apareció éste que escribí en tal fecha del 2009. Lo reproduzco tal cual:

“Llegó la hora. Son muchos los modos y procedimientos a revisar de este capitalismo salvaje y suicida, en que ha encallado el liberalismo absoluto de mercado. Ya no van a servir las políticas de maquillaje, cuando los gobiernos y la ciudadanía entera hemos quedado atrapados como rehenes del dogma del libre mercado. Hasta el propio Bush ha tenido que pasar por el oprobio de ser el gran nacionalizador de bancos, como si de un Chávez cualquiera se tratara.

Por lo que a la masa de asalariados se refiere, una tarea urgente es revisar el actual sistema de sindicatos. Cuando más arrecia la crisis económica no sólo están callados y desaparecidos. Se han convertido en el instrumento amarillista para hacer tragar a los trabajadores afectados por despidos colectivos las condiciones marcadas por los empresarios. Hasta, en algún caso, han llegado a cobrar de las empresas “servicios de asesoramiento” en expedientes de regulación de empleo. Esto me retrotrae a aquel sindicalismo vertical e infame del franquismo, donde la función sindical fue desnaturalizada, para convertirse en instrumentos de control de la clase trabajadora, en vez de ser los canales de reivindicación de la misma.

Decía Sarkozy, días atrás, que hay que repensar el capitalismo. No queda otra salida. En cuanto a los sindicatos, hay que hacer lo mismo. Ya no sirven tal como están configurados. Las perlas de la corona sindical que, en España,  son UGT y CCOO están actualmente desaparecidos y acallados por la subvención del gobierno y, más que un instrumento de reivindicación de los trabajadores, han sido degradados a la vergonzante función de ser apéndices del poder político, económico y financiero. Los famosos “liberados” se parecen cada vez más a aquellos funcionarios sindicales de la CNS. Todo se ha fosilizado. Ya es historia aquel espíritu de lucha sindical que fue el artífice de las conquistas y derechos sociales que ahora están siendo cuestionados por la nueva economía de mercado. Lo más lamentable es que los sindicatos actuales son fósiles agradecidos que viven de la renta de tantos años de lucha obrera, persecuciones por parte de la brigada de lo social y encarcelaciones de militantes.

La actual crisis no es un ciclo económico a la baja. Se trata de una verdadera encrucijada, donde ya nada va ser lo mismo que antes. Y es ahí, donde la clase trabajadora puede perder sus derechos si los sindicatos no están a la altura de las circunstancias. Y no lo están. Que yo sepa, no he visto ninguna propuesta, ni análisis ni reflexión de los sindicatos sobre la nueva situación creada. Han perdido la iniciativa y la capacidad de convocatoria. Hay que ir pensando ya en refundar una nueva acción sindical adaptada a las nuevas condiciones sociales y económicas. Se trata de romper moldes y dogmas de la actual economía de mercado. Un ejemplo es la situación de indefensión de los autónomos. Es un axioma afirmar que estos trabajadores son empresarios. La realidad es otra. La mayoría de autónomos son asalariados camuflados que cobran sus salarios vía factura, y no por nómina. Esta fue la gran mentira política, mediática y sindical de la última huelga de transportistas, que no del transporte. Los que allí protestaban eran los trabajadores del transporte, no los empresarios. Fue lamentable la ceremonia de la confusión en que los mismos sindicatos se prestaron a agradecer los favores al poder político y a hacer el juego a las empresas de transporte. Están anquilosados. Ya no representan a los trabajadores. Hay que refundar un nuevo sindicalismo para el siglo XXI.”