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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 15:00

¡¡Oh là là, la Suisse !!

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Luis Andrés Cisneros.

El pasado domingo día 6, se celebró un referéndum en Suiza, país en el cual la convocatoria de refrendos suele ser una manera habitual de entender la democracia ya que, además, los resultados que se obtienen son vinculantes y obligan al Gobierno a adoptar las medidas pertinentes para su puesta en marcha.

Los habitantes del país helvético, tenían que pronunciarse sobre 5 iniciativas. La más llamativa fue la que obtuvo un 76,9% de votos negativos y que había sido presentada por Daniel Haeni, propietario de un café en Basilea, y que pretendía instaurar un Renta Mensual Básica de 2.500 FS (2.250 €) además de 625 FS (564 €) por cada hijo.

referendum suizaRechazada por una aplastante mayoría (casi 8 de cada 10 votantes), esta petición, no avalada tácitamente por ningún partido político, ha demostrado, bien a las claras, qué en el país alpino, la iniciativa, el trabajo y el esfuerzo son muy valorados por sus habitantes.

Algunas de las razones que han esgrimido los partidarios del no, han sido, el elevado costo que supondría en cuanto al aumento de impuestos y que serviría para incentivar, de manera directa, los malos hábitos en materia laboral.

Otras voces han significado que, los más de 400.000 millones de FS que costaría esta medida, serían más rentables en políticas activas de empleo, que fomenten y premien el esfuerzo. Y estamos hablando de una nación, en la cual, la figura del salario mínimo es inexistente, y ello no le impide ser una de las economías más avanzadas de Europa, incluyendo los beneficios sociales.

Es curioso que, los sindicatos, habían trabajado para que ganara el sí, pero los suizos no se han dejado cautivar por dichos cantos de sirena y han manifestado, bien a las claras, lo que vendría a decir un refrán español: Quién algo quiere, algo le cuesta.

No quiero ni pensar lo que ocurriría en España si esa consulta tuviera lugar. Apoyada por casi todos los partidos (el voto es el voto), los resultados serían la antítesis de lo ocurrido en Suiza. Pero claro, nadie hablaría del enorme costo de la ocurrencia, que eso sí, pondría en peligro otras partidas, no menos importantes, como el futuro de las pensiones.

Por cierto, ningún partido, absolutamente ninguno, saca a la palestra la precaria situación en la que se encuentra la caja de las pensiones. Ni tampoco nadie dice qué es lo que van a hacer para garantizar el futuro de las mismas. Sólo trabajan a corto plazo. Es decir, a la caza del voto que les mantenga sus privilegios.

Lo único que está claro es que, lo que se pretende es cobrar sin trabajar, o trabajando lo mínimo posible. Si empezamos por consentir que, con suspensos se pueda pasar de curso, premiamos al que no se esfuerza, lo que va en un claro perjuicio de aquel estudiante que, día a día, se esfuerza en conseguir buenas notas y en comprender y entender lo que se le explica en clase.

Todo lo demás es inculcar a las futuras sociedades que, no hace falta esforzarse ya que el Papá Estado te garantizará una renta mensual, más ciertas retribuciones en especias, que te servirán para poder vivir a costa de los que que trabajan y se esfuerzan, que son los que sostienen todo este tinglado del Estado del Bienestar y principalmente del bienestar de los políticos.

Como dicen los que han hecho campaña en favor del no, hay que implementar políticas que favorezcan la creación de empleo, y que desincentiven la opción de no trabajar. Esto no quita para que, en situaciones especiales, se dote a las personas con dificultades de ayudas específicas, pero las mismas tienen que ir acompañadas de medidas para reinsertarlos en el mercado laboral.

Mucho me temo que, aquí en nuestra casa, hubiera habido un apoyo masivo a la propuesta del salario mensual de gratis total, eso sí, sin quitar ni un ápice de las ayudas ya existentes. Total, sólo es cuestión de seguir subiendo la presión fiscal de los trabajadores españoles, ya bastante castigados.

Pero claro, estamos hablando de un país donde, a pesar de la diversidad de cantones y lenguas, todos se sienten suizos y respetan sus símbolos y su bandera. Nadie entendería que en una ciudad helvética se agrediera a unas jóvenes por llevar una camiseta de su selección. Y los Sres. Villar, Del Bosque y los jugadores, sin abrir la boca, no sea cosa que los vuelva a llamar el seleccionador.

A lo mejor es que, simplemente, usan el sentido común para el día a día. Y saben que para triunfar en la vida es necesario el esfuerzo. Hay que haber vivido allí para saberlo. Me siento orgulloso de haber sido emigrante en Suiza, hace unos 50 años. Por cierto, cuando llegué nadie me recibió con una pancarta que rezara Welcome Refugees, ni había una concejalía u organismo oficial para acogerme.

Tampoco se me ocurrió exigir ir vestido con un pañuelo baturro, para conservar mis raíces, ni que se implantaran las fallas al llegar la Festividad de San José. Tuve que integrarme y observar y adoptar las costumbres suizas, y conseguí el respeto de los compañeros de clase y profesores (tenía 11 años al llegar allí) y algo muy importante, el cariño hacia un país ejemplar.

Les garantizo que no es nada difícil. Ahora entiendo que Nestlé y Lindt sean chocolates de calidad, que los relojes suizos tengan prestigio de calidad y que la industria farmacéutica, como Roche y Novartis, figuren entre las más punteras, amén de otros sectores de la economía helvética.

Tienen la capacidad de pensar y saben valorar el trabajo y el esfuerzo. Oh là là, la Suisse