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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:30

¡Una vida vale mucho más!

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José Vicente Ramón Moreno.

A media mañana, mientras tomaba el refrigerio de rigor, me enteraba a través de un periodista de la muerte, por atropello, de un chaval de 13 años. Me encontraba con una de mis hijas y un amigo, e inmediatamente hacíamos los comentarios de que iría deprisa porque llegaría tarde a clase y de lo cruel que debe resultar el fallecimiento de un hijo ya que, de forma natural, no estamos preparados de la misma forma que sí lo estamos para el de un padre o una madre.

Al margen de nuestros frívolos comentarios, aunque nacidos del sentimiento de dolor que nos generaba la noticia, deberíamos todos reflexionar sobre una serie de detalles que pueden haberse producido en este accidente y que, como resultado, han dado el peor de todos, la muerte de este chico.

Uno de los mayores defectos de nuestro país es la falta de puntualidad, que no se nos enseña a mejorar desde pequeños porque nadie da ejemplo en este sentido. Es probable que por no tomar el tiempo suficiente las prisas hayan sido malas consejeras para el viandante, para el conductor o para ambos.

Un segundo apartado sería el respeto por las señalizaciones, tanto del peatón buscando el paso de peatones y no pasando alegremente por donde le plazca como por el conductor que, en muy contadas ocasiones y en ciudad, circula a la velocidad permitida.

Imaginemos que a esto le añadimos unos auriculares con bastante intensidad en la música y que merman de forma importante la percepción acústica exterior. No sería el primer caso de atropello por esta razón, incluso por un convoy de tren. O quizás un móvil que no sabemos dejar hasta que estacionemos y del que no contamos con el consabido ‘manos libres’ autorizado.

¡Por favor, que una vida vale mucho más!. Prestemos toda la atención del mundo para evitar una muerte así. Y, por supuesto, mis condolencias a los padres.