Jorge Fuentes. Embajador de España.
En Benicàssim estamos en plena época de festivales y de todos ellos yo destacaría dos: el Tárrega de guitarra clásica y el FIB. Ambos y toda la actividad musical y cultural desplegada, prestigia grandemente nuestra ciudad y sus instituciones. Hoy me referiré al FIB que con sus 19 años, es ya un festival adulto.
Muy pronto seremos tres las generaciones que hemos disfrutado de las formidables estrellas de todos los géneros –pop, rock, música electrónica. Ritmos eclécticos, en fin- que, venidos de muy distintos lugares, especialmente del Reino Unido y de EE.UU., han permitidos a quienes aquí vivimos disfrutar a domicilio de los mejores músicos del momento.
No en balde el Festival de Benicàssim está considerado como el mejor de Europa y uno de los mejores del mundo. Nuestra ciudad ha entrado en la leyenda y sin apenas darnos cuenta, para los amantes del género, ha pasado a ser un mito, como lo fue Woodstock para los miembros de mi generación.
En estas casi dos décadas han participado en el FIB las mayores figuras como Bob Dylan, Leonard Cohen, Morrisey, Lou Reed y Enrique Morente. No hace falta ser un fan para reconocer estos nombres. Acaso si que hay que serlo para estar identificado con los cientos de otros artistas, jóvenes valores y figuras consagradas que han actuado en el Festival desde los tiempos de Supergrass, Charlatans, Stone Roses, Blur a los que nos acompañan este año Arctic Monkeys, The Killers, Queen of the Stone Age, Beady eye etc.
Hasta hace poco, fueron los hermanos Miguel y José Moran quienes crearon e impulsaron el FIB. Desde 2009, es el británico Vince Power quien lo conduce. En este ejercicio el Festival ha conocido dificultades financieras quizá también como consecuencia de la crisis económica. Afortunadamente los problemas se han subsanado in extremis y nuestra ciudad está a tope. Desde los 8000 visitantes de los primeros años a los 40.000 de estos últimos hay todo un camino de éxito.
Sería muy de lamentar que el mítico FIB decayese o desapareciese. El Ayuntamiento, la Generalidad y el Gobierno de España deben hacer todo lo posible y también lo imposible para que la música moderna siga teniendo a Benicàssim como referente.
Mi mujer y yo escuchamos aquí a algunos de los grandes. Nuestros hijos los vieron a casi todos. Nuestros nietos, que nos visitan todos los veranos viniendo desde muy lejos, están ya casi listos para subirse al carro del FIB.
Es un placer ver las calles y las playas de Benicàssim abarrotadas de jóvenes venidos del mundo entero. Que haya que esforzarse para limpiar a diario cada rincón, no quita para que en estos días uno tenga de veras la impresión de que estamos en el centro del mundo. Que aquí, en Benicàssim, es donde ocurre la acción.
