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domingo, 5 de mayo de 2024 | Última actualización: 21:34

Cuba-Estados Unidos

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

El pasado 17 de Diciembre los Estados Unidos y Cuba restablecieron relaciones diplomáticas rotas en 1959 a raíz del acceso al poder de Fidel Castro y la nacionalización de las inversiones norteamericanas en la isla. Es ésta una buena ocasión para reflexionar sobre diversos temas internacionales.

Mantener Embajadas entre dos países no significa por si solo que las relaciones políticas entre ambos sean impecables. Muchas naciones tenemos relaciones diplomáticas en países con los que no aceptamos su línea ideológica, ni nos gustan sus líderes. Algunos de dichos países se encuentran precisamente en Iberoamérica y hay múltiples razones históricas, sociales, económicas e incluso de prestigio que explican aquel entendimiento diplomático.

Washington decidió romper con La Habana por diversos motivos pero principalmente por poner las cosas difíciles a un peón que la Unión Soviética había colocado en su antesala y por la presión de la minoría cubana exiliada en Florida. El objetivo de la ruptura era poner piedras en el camino del régimen de Fidel y reconducir al país hacia una línea democrática.

Entre otros medios, los EE.UU. intentaron ejercer aquella presión por medio de la ruptura comercial que durante medio siglo privó a Cuba de un socio económico importantísimo. Pero no hay que confundir las cosas: los norteamericanos impusieron a Cuba un embargo, no un bloqueo, medida esta última aplicada solamente durante la crisis de Bahía Cochinos en 1961 y que, esa sí, aisló por completo al país respecto al mundo entero. Excepto durante ese breve período de tiempo, el embargo de los Estados Unidos afectaba solo al comercio bilateral. El resto de las naciones seguimos negociando y viajando al país caribeño sin obstáculos.

Culpar a los EE.UU. de la pobreza de Cuba supone errar el juicio y la culpa que recae en el régimen dictatorial mantenido durante estos años, que si bien ha conseguido algunos logros colectivos para el país –científicos, deportivos, médicos- lo sumió en un estado de grave postración.

Situación que se vio aliviada hasta 1989 por el apoyo económico y militar de la URSS pero que desde la caída del comunismo soviético en aquel año, se encontró sin más valedores que sus discípulos sudamericanos en especial los venezolanos Chaves y Maduro.

Siguiendo el modelo de Juan Pablo II respecto a la gran transformación de la Europa del Este, Francisco I medió para que los Estados Unidos y Cuba modificaran su política y restablecieran el diálogo lo que podría traer como consecuencia el cambio del escenario geoestratégico del continente americano.

El Presidente Obama se encuentra acabando su segundo mandato camino del retiro con unas alforjas mal pertrechadas. El premio Nobel preventivo, antes que honrarle, le perjudicó. Barrer del mapa a Bin Laden no era suficiente legado para justificar ocho años de mandato, máxime si el mundo árabe se desmandó en la Primavera de 2012, si Al Qaeda se reencarnó en la República Islámica y la Rusia de Putin empezó a sacar pecho en Siria, Ucrania y en el caso de espionaje de Snowden. Sin duda Obama busca con su diálogo cubano reforzar su presencia interamericana y modificar la relación de fuerzas con los amigos de los Castro, lease Maduro, Morales, Correa, Roussef, Kichner y Ortega entre otros.

A su vez los Castro son conscientes de que sus días están contados y aunque no han tenido que ceder gran cosa a plazo inmediato para que la normalización diplomática haya tenido lugar, quizá intuyen que a medio y largo plazo la apertura comercial con el poderoso vecino va a cambiar el destino del país. No ha habido ninguna dictadura en el mundo que haya sido capaz de resistir el embate de la libertad.

¿Y España? ¿Qué ha tenido que ver la madre patria en este importante paso? Poco. Dos semanas antes del anuncio de la noticia tanto Felipe VI como Rajoy coincidieron en la Cumbre Iberoamericana de Veracruz con el vicepresidente cubano Díaz Canel sin que fueran informados de la importante decisión que se avecinaba. Escasos días antes del restablecimiento de Embajadas, el Ministro de Exteriores García Margallo visitó Cuba donde acordó no entrevistarse con la oposición a cambio de ser recibido por Raúl. Al final ni vio a aquellos ni tampoco a éste. Seguramente encontrándose Castro en vísperas del gran acontecimiento no quiso meter a España en la delicada operación. En la foto no habría más espacio que para Obama, Francisco y Castro. Los esfuerzos de nuestro Rey que tantas veces ha viajado a iberoamérica en estos últimos años, no han sido recompensados ni con un papel secundario en esta importante escenificación. En fin, que todo sea por la paz y el entendimiento en aquel importante continente. Las fechas lo requieren.

Feliz Navidad y que 2015 les sea, si no tranquilo, al menos sí próspero.