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viernes, 3 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:30

Siglo XXI

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Miguel Ángel Cerdán. Profesor de Secundaria.

Si a un ciudadano europeo le hubieran dicho en 1911 lo que iba a acontecer en los próximos treinta años no se lo hubiera creído. Entre 1911 y 1941, recordemos, sucedió, entre otras cosas, lo siguiente: la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la caída Zar, el auge económico de los años veinte, seguido del Crack del 29 y de la llamada Gran Depresión, el inicio y auge de los fascismos, el triunfo del nazismo y el ascenso de Hitler al poder, las grandes purgas del stalinismo, la persecución de los judíos y el inicio de su genocidio por parte de los nazis y, finalmente, el inicio de la II Guerra Mundial.

Si a un ciudadano español le hubieran dicho en 1911 lo que iba a acontecer en los próximos treinta años en nuestro país tampoco se lo hubiera creído. Así, entre 1911 y 1941 se vivió en España la crisis final del sistema de partidos que trajo la Restauración, la Dictadura de Primo de Rivera, la caída de la Monarquía de Alfonso XIII y el advenimiento de la II República, la Guerra Civil española y finalmente el inicio de la Dictadura del General Franco, con una represión inicial que nunca se había conocido en nuestro país.

Vienen estas reflexiones a cuento por si alguien se creyó en su momento la tesis de Fukuyama y el fin de la Historia. Nada hay más alejado de la realidad. De hecho, y a pesar de que en este momento parece que está vigente un cierto “pensamiento único”, lo cierto es que éste es más bien propio de ciertas elites, elites que están más alejadas que nunca de lo que se conoce como “las masas”. Por ello, sería interesante hacer una cierta reflexión sobre las convulsiones que nos pueden deparar los próximos treinta años, convulsiones que puede ser que ni nos imaginemos en este momento, pero que sin duda sucederán.

Tal vez sea el momento de releer “Auge y caída de las grandes potencias” de Paul Kennedy o la obra sobre la caída del imperio romano de Gibbon. Hay sin duda encontraremos las claves de lo que puede suceder en los próximos decenios; el declive de Estados Unidos como potencia imperial, el auge imparable de China y la India, con más de 2.200 millones de habitantes, la irrelevancia de Europa, con un problema demográfico gravísimo por el envejecimiento constante de su población, o el tremendo problema que puede suponer el auge del fundamentalismo islámico.

Y en cuanto a nuestra Nación, a España, tal vez el problema más importante sea el riesgo cada vez más acusado de disgregación, con unos nacionalismos sobredimensionados merced a un sistema electoral poco proporcional y que no se detendrán hasta lograr su objetivo final.

Veremos. Pero que nadie piense en un plácido oasis. Más bien será lo contrario.