El sábado próximo es la fiesta dela Presentación del Niño Jesús en el Templo, - motivo de este “paso por el manto”, - y dela Purificación de María. La Basílica del Lledó celebrará esta popular fiesta de “la Candelaria”, -por la candelas blancas que se reparten-, con Misa Solemne y procesión con la candelas a las cinco de la tarde. El próximo “paso por el manto”, dedicado a todos los niños que reciban este año la Primera Comunión, será el domingo, 26 de mayo a las doce de la mañana. Es el domingo anterior a la fiesta y procesión del Corpus Christi.
Más de doscientos niños, algunos de ellos de pocas semanas o meses de vida, se han acogido bajo el manto de la Patrona de la Ciudad, en una ceremonia que duró más de dos horas y que acababa pasadas las dos y cuarto de la tarde. Previamente, el Prior de la Basílica Mossén Josep Miquel Francés, ofició una Misa Solemne, cantada po rla Coral Veus de Lledó.
Junto a centenares de niños de Castellón de todas las edades y de sus familias,- mas de quinientas personas-, también pasaron bajo el manto de la Lledonera gente venida de otras poblaciones de La Plana, como Bechi, Vila-real, Burriana, Nules, Benicàssim o l’Alcora. A todas ellas se les expidió un Diploma nominal, con el sello Pontificio de la Basílica.
Presencia de familias rumanas, católicas y ortodoxas.
Resultó significativa la presencia de algunas personas de color y de familias rumanas, tanto católicas como ortodoxas. Numerosas mujeres embarazadas pidieron a la Virgen tener un buen parto, mientras que personas que habían superado alguna enfermedad, algunas de ellas grave, le confiaba a la Virgen del Lledó su salud.
Un niño internado en el hospital, llegó poco antes de concluir la ceremonia.
Especialmente emotivo fue el paso de alguna muchacha joven en silla de ruedas, de varios invidentes y sobre todo el último niño que se acogió al amparo de la Virgen. Era casi el final. Sus padres llegaron con el niño en brazos de forma precipitada. Según confesó el padre venían del hospital, donde el niño había estado internado. “Pensábamos que no llegaríamos a tiempo. Pero la Virgen nos estaba esperando”. La emoción ganó a cuantos escucharon esta espontánea confesión. Su madre lloraba silenciosamente, mientras depositaba un beso sobre las manos de la patrona de Castellón.
