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miércoles, 8 de mayo de 2024 | Última actualización: 23:16

Contra el pasotismo

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José Vicente Ramón Moreno.

Estos días celebramos, por desgracia, el décimo aniversario del 11-M con gran dolor por todos aquellos que sentimos estas cosas y mucho más por el de los familiares de los fallecidos.

Cada vez que esto machaca nuestras conciencias hacemos múltiples reflexiones no sólo del por qué sino también de cómo podría haberse evitado.

A mí hay algo que me exaspera y de lo que no veo solución, y es el pasotismo de la gente ante multitud de situaciones en las que deberíamos ‘tomar cartas en el asunto’ y por las que no movemos ni un dedo y nos da todo igual.

Podríamos hacer una prueba poniendo a alguien vestido como un indigente, tumbado de cualquier manera en uno de los bancos de la Avenida Rey D. Jaime y que no se sepa bien si está durmiendo o se ha desvanecido. Estoy seguro que pasaría mucho rato sin que alguien le preguntase si se encuentra bien o llamase a la policía local por si ha sufrido un ataque de cualquier tipo.

Hemos llegado a un punto en el que nos da igual lo que le ocurra a nuestros semejantes siempre y cuando no nos afecte a nosotros, y eso no es tolerable. Si nos implicásemos mucho más serían evitables muchas situaciones de verdadero riesgo.

Luego, también es verdad que deberíamos esperar una respuesta más efectiva de las autoridades para ganar en confianza y seguir denunciando hechos peligrosos.

Hay dos madres jóvenes que, todos los días escolares, salen con sus vehículos de sendos parkings de la calle Cataluña, recorren unos treinta metros en dirección prohibida para incorporarse a la calle Deán Martí con niños en el interior del vehículo y sin el menor pudor de su infracción y del riesgo para las vidas de sus hijos en el cruce entre las dos calles.

Una mañana lo comunique a una pareja de policías locales y debieron hacer bien poco porque las madres siguen en sus ‘trece’.

Hay un grupo de críos entre 16 y 20 años que han alquilado un local en la calle Aragón durante este mes, para pasar las Fiestas, y la única ocurrencia que tienen para que no se oiga el ruido que arman es bajar la persiana metálica con ellos dentro. ¿Imaginan lo que ocurriría se declara un incendio rápido en el interior?

Otro grupo han ‘okupado’ un inmueble público en el Parque Ribalta en el que comen, duermen, tienen las bicicletas, los perros que les acompañan, etc. y los vehículos de policía pasan a su alrededor sin ninguna intervención.

Supongo que es porque nadie ha denunciado estas situaciones que, podrían evitarse con una mayor implicación de todo el mundo y erradicando el pasotismo que nos invade.