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miércoles, 1 de mayo de 2024 | Última actualización: 22:34

Una Semana Santa atípica

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Enrique Domínguez. Economista

Sí, atípica, porque se parece poco a la de 2019. La de 2020, sencillamente, no existió: sin actos religiosos, sin procesiones, sin salir de las casas salvo para lo imprescindible por el confinamiento. Y con el temor ante lo desconocido y la gravedad que esgrimía, ante la falta de suficientes medios sanitarios, de coordinación y sin una posible vacuna, que se esperaba como el agua de mayo, a varios meses vista. Una semana santa que no existió y de la que no hay, porque no los hubo, datos de viajeros y de pernoctaciones.

Esta Semana Santa es diferente; se celebran actos religiosos en las iglesias con las debidas medidas de seguridad; siguen sin celebrarse procesiones y actos que signifiquen afluencia masiva de personas. Pero se puede viajar dentro de cada comunidad autónoma y existe el cierre perimetral entre comunidades sobre el papel.

Lo cierto es que a los viajeros valencianos que acudan a los establecimientos que estén abiertos en la provincia (muchos de turismo rural, aunque también se quejan de la afluencia de personas los oriundos de esos pueblos), hay que añadir las personas de otras comunidades para las que es más importante el viajar que su salud y la de las personas con las que convivan esos días en Castelló, aprovechándose de los agujeros que los controles tienen y haciendo de su capa un sayo respecto a la responsabilidad que hay que tener en estas circunstancias.

Es cierto que el sector relacionado con la actividad turística debería de haber recibido ayudas directas desde el principio tal como se ha hecho en otros países competidores, si bien con las comprobaciones necesarias para evitar darlas a empresas zombis; pero mucho más cierto es que entre los sectores más olvidados está el de las agencias de viajes.

Pero el objetivo de este reflexionari es meditar, pensar sobre cómo queremos que sea la campaña turística de 2022 y siguientes, empezando por la Semana Santa, suponiendo que hayamos alcanzado, más o menos, la normalidad para entonces.

Si pensamos que debe ser muy similar a las previas a la pandemia, mal vamos. Me explico: si hemos de reproducir los comportamientos seguidos en los últimos 44 años, salvo honrosas excepciones, la actividad turística castellonense irá perdiendo peso dentro del PIB provincial y será cada vez menos relevante.

Y digo esto porque ya en 1977 se decía en el informe que el Servicio de Estudios de la Cámara Oficial de Comercio de Castellón publicaba sobre la economía castellonense que “es muy importante fomentar el turismo de calidad y, además, tratar de corregir la marcada estacionalidad de esta actividad”.

No es nada fácil intentar imitar un poco a la costa alicantina, a pesar de disponer de una buena climatología durante el invierno, de los productos turísticos diversificados que decimos tener y de empresarios que tienen las ideas claras. Pero conseguir que una parte importante del sector reme en la misma dirección, apoyados por el sector público, y crea en la actividad turística como actividad de futuro, es muy difícil. Lo podrán conseguir algunas empresas y algunas localidades. Pero no se pueden traer turistas en invierno para que se queden en el propio hotel porque todas las actividades complementarias estén cerradas.

Y la actual fuerte estacionalidad incide muy negativamente en la imagen que se da en cuanto a atención al cliente y sobre todo en la formación y cualificación de los trabajadores.

Si se sabe aprovechar la climatología de la provincia, si se crean nuevas plazas hoteleras y extrahoteleras, si se unifica en una única web la información sobre los diferentes productos turísticos, actualizada y al día, si se actúa decididamente sobre la mayor formación de los trabajadores y la mejora de la calidad del servicio y se reduce su precariedad y temporalidad, si hay suficientes empresarios que crean que el futuro del sector va por ahí y si la Administración también lo cree, si existe una estrecha coordinación, entonces el aeropuerto podrá servir para atraer a nuevos turistas y no solo, fundamentalmente, a los ya residentes. Y entonces, seguramente, la actividad turística será una actividad de futuro.

Pero me temo que esto no es nada fácil. Y no sé si realmente se quiere. ¿Usted qué opina?