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sábado, 20 de abril de 2024 | Última actualización: 22:37

"Y los sueños, sueños son"

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El trascurso de los años, que sin duda es una bendición especialmente si se disfruta de buena salud, nos permite valorar en su justa medida el valor del tiempo de cada persona individualmente o en su conjunto familiar.

Y así es como se suele forjar 'la máquina de los sueños'.

Disponemos como queremos de las veinticuatro horas de cada día, usándolas o invirtiéndolas en aquellas actividades que nos hacen más felices, no solo individualmente sino a veces pensando más en el colectivo familiar.

Os va a parecer a mis lectores y amigos una perogrullada, pero tengo la impresión de que se me han agotado las ideas mejor o peor estructuradas, para caer en un simplismo elemental.

Es tan evidente que no puedo negarlo.

Ahora cuando se planifican las vacaciones en familia, uno se lo toma con calma, porque es muy consciente de que él propone, la familia dispone (sobre todo contando con el beneplácito de los nietos) la abuelita y los hijos modifican aquello que consideran oportuno y cuando todo está perfectamente coordinado, unas Bodas de Oro no se pudieron llevar a cabo en su día por culpa de un “bichito invisible” que se hizo pandémico ya hace más de dos años, parecía que se había empeñado en destrozar un viaje programado con todo el amor del mundo.

Luchando contra viento y marea, hemos insistido los siete miembros de las tres generaciones que me siento muy orgulloso de haber creado junto a mi admirable esposa y vamos a cruzarnos de punta a punta el Mediterráneo, para que ellos descubran otro mundo al que yo llamo “híbrido”, porque navega entre el islamismo y el cristianismo con notable éxito y sin problemas insolubles para Turquía.

Estambul va a ser para todos nosotros “la cara visible de una sociedad bien desarrollada y sensatamente estructurada”, para servir de puente entre Oriente Y Occidente y precisamente por eso, no ha tenido que sufrir una guerra sin sentido, como la que están viviendo en Ucrania.

Yo que me he pasado la vida entre la cultura árabe de los países del Golfo Arábigo, la cristiana de Europa y las más variopintas del Sudeste Asiático o a su norte de Hong Kong, Filipinas y Japón, espero encontrar en la Estambul una sana convivencia a imagen y semejanza de lo que viví y disfruté durante muchos años tanto en Singapur como en Indonesia o cualquiera de aquellos países, en los que han sabido convivir con respeto todo tipo de religiones gracias a la sensatez de sus Gobernantes.

Espero poder comentarles a mi regreso mis impresiones a ser posible libres de hechos excepcionales o contradictorios, porque llegando ya a mi octava década de vida, prefiero tranquilidad y sonrisas a mi alrededor, a gestos hostiles.

Hasta finales de mes como mínimo amigos, porque antes no creo que tenga demasiadas cosas que contaros.