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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 23:10

Bebés amamantados con menor diversidad bacteriana en la leche materna tienen mayor riesgo de desarrollar alergias

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La leche materna contiene microorganismos beneficiosos para el desarrollo del sistema inmune de las personas recién nacidas

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Recibir menor diversidad bacteriana a través de la lactancia materna durante el primer mes de vida se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar alergias durante la infancia.

Es la conclusión a la que han llegado investigadores de la Fundació per al Foment de la Investigació Sanitària i Biomèdica de la Comunitat Valenciana (FISABIO) y del Instituto de Agroquímica y Tecnológica de Alimentos (IATA-CSIC) después de analizar la composición, riqueza y diversidad bacteriana de la leche materna de 40 mujeres al mes del parto y tras realizar los seguimientos a los niños durante los primeros 7 años de vida para ver si desarrollaban alergias conforme iban creciendo.

"La leche materna es un fluido único que, además de los elementos nutritivos, contiene de forma natural bacterias y otros microorganismos que son beneficiosos. Es la forma que la evolución humana ha encontrado para la transmisión de bacterias de la madre al bebé", ha explicado Alejandro Mira, director del grupo de investigación Microbioma Oral de FISABIO-Salud Pública.

El personal investigador ha resaltado la importancia de la lactancia materna en los primeros meses de vida para la salud de los menores: "Los anticuerpos y bacterias que las madres transmiten a través de la lactancia protegen a las niñas y los niños del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades a través de la estimulación y maduración de su sistema inmune", ha indicado María Carmen Collado, investigadora en el IATA-CSIC.

"Hemos visto patrones de reconocimiento bacteriano por el sistema inmune diferentes entre niños con alergias y niños sanos, pero debido a la gran variabilidad entre individuos no son significativos. Son necesarios más estudios y más evidencia científica sobre la relación lactancia-microbiota-inmunoglobulinas y salud", ha remarcado Collado.

"Las muestras que hemos analizado son muestras de leche materna al mes postparto que se tomaron por el equipo de nuestra colaboradora en Suecia, la inmunóloga Maria Jenmalm, a lo largo de 7 años. Han estado congeladas a 80 grados bajo cero desde entonces, hasta que la tecnología actual, basada en sistemas de microfluídica y de secuenciación masiva del ADN, nos han permitido analizar la composición en bacterias, así como qué bacterias son reconocidas y cuáles no por los anticuerpos", ha añadido Mira.

De hecho, los menores que recibieron leche materna con menor diversidad bacteriana desarrollaron eczema atópico, alergia gastrointestinal, asma, rinoconjuntivitis o urticaria a los 7 años de edad, según reveló la investigación. "Observamos, por ejemplo, que los menores alérgicos tenían menos variedad de Estreptococos y más abundancia de Pseudomonas y Acinetobacter", ha detallado Mira.

El descubrimiento se acaba de publicar en la revista científica Pediatr Allergy Immunol, y ha sido posible gracias a técnicas de secuenciación masiva y de citometría de flujo acoplada a separación celular.

Contacto con bacterias para educar correctamente el sistema inmune

El hallazgo confirma el importante papel de la lactancia materna en la colonización temprana neonatal, en la adecuada maduración inmune durante la infancia y su influencia en la salud de niño y del futuro adulto. Estos resultados apoyan datos anteriores de los autores del trabajo, donde se observan diferencias al mes de vida en los patrones de reconocimiento de bacterias por anticuerpos en niños que desarrollaron alergias durante la infancia.

El siguiente paso será tratar de averiguar por qué la leche materna de algunas madres es menos rica en bacterias que la de otras mujeres, así como explorar los factores que influyen en la composición de la microbiota en la leche materna.

La siguiente pregunta sería "¿Podemos modular la microbiota de la leche materna?", ha planteado el personal investigador.

Una de las posibles vías de modulación serían las intervenciones dietéticas o el empleo de probióticos, prebióticos y postbióticos, que habría que comprobar si tienen efecto en la composición de la leche materna y evaluar su papel funcional en la reducción del riesgo de alergias y otras enfermedades.