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viernes, 29 de marzo de 2024 | Última actualización: 21:59

Me duele el corazón, España

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José Antonio Rodríguez. Asesor fiscal.

Hace muchos años nos acostumbramos a  ver en el telediario las escenas de guerra de guerrillas en la franja de Gaza, donde adolescentes, casi niños, tiraban piedras y poco más contra los muy bien pertrechados miembros del ejército y/o antidisturbios israelíes. 

Después de años de tomar inevitablemente partido por los que “eran más indefensos”, la realidad, contrastada y testada nos vino a decir que habían muchas aristas, querido lector, en lo que veíamos y que ni unos eran tan malos,  ni los otros eran todos tan pobres víctimas.

Los que tenemos lazos y relación con Cataluña y catalanes no hemos tenido que pasar por ese proceso de años para formarnos una opinión, no nos ha hecho falta.

Las familias catalanas hace años que no hablan en su día a día del 'Procés', ni tampoco lo hacen en reuniones familiares por Navidad ,cumpleaños o en la fideua de los domingos. No quieren enfadarse, se quieren, "se estiman" y saben que no van a conseguir convencer, ni se van a dejar convencer.

Ocurre lo mismo con los vecinos del barrio,  o en el colegio de los niños, sobre todo en la mayoría de los públicos, nadie manifiesta lo que siente, lo que piensa , pues al igual que en las repúblicas bananeras - Venezuela sin ir más lejos, en la  Cuba castrista o en la antigua URSS - ha aparecido la figura del pseudo comisario de la república, ese que si no eres manifiestamente 'indepe', te señala, a ti y a tus hijos, a toda tu familia y te margine socialmente, y aunque a ti te importe poco, pues  desempeñas una actividad laboral que no esté afectada por este mal llamado tsunami, tu entorno no puede sustraerse a esa realidad y al final te mancha.

Todos los pensamiento radicales y uniformistas  pretenden lo mismo, un solo criterio, una sola ideología, palabras de diálogo, de debate,que son pura farsa, para imponer lo mío, estás conmigo o contra mi.

Cada día que pasa los catalanes tienen más hastío, porque volveremos a necesitar décadas para reconstruir todo lo que se ha hecho añicos, la convivencia pacífica, el respeto al pensamiento de los demás, el libre ejercicio de los derechos constitucionales y eso les da mucha pena. Son conscientes que enrocarse en posturas distantes no sirve en democracia y que por más que el aparato publicitario de la Televisión Catalana continúe erre que erre adoctrinando, los ciudadanos son capaces de pensar y formar libremente su opinión.

Me duele el corazón, pensar y sentir que todo esto no es fruto de cuarenta años de no se qué muy bien o  de que ocurre los mismo que en el año 36 o que se amordaza a quien piensa diferente, sino que esto es fruto de una maniobra maquiavélica de quien dirigía la antigua Convergencia i Unió, que heredó una administración quebrada, con una gestión nefasta durante años a la que la corrupción del 3% puso la guinda,cual pastel y que solo vio el ventilador del independentismo como única solución para tirar adelante.

Le salió mal, pues Cataluña continúa quebrada, con gobierno y parlamento que gastan el tiempo y  los dineros de la sanidad, la educación y las infraestructuras en otras cosas que ya sabemos. 

Que políticos tan nefastos que no lo supieron ver, y peor, que revestidos de un falso pudor ,no tomaron las medidas que en su momento hubieran  sido efectivas, me duele.