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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 18:31

¿Monarquía o República?: Democracia

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Pedro Tejedo. Abogado.

Desde el comienzo de la transición y hasta hace unos pocos años en España existían dos temas tabúes: la monarquía y las autonomías. Con la llegada de la crisis económica y la constatación, hasta por los más despistados, de la crisis política, la crítica y la libre expresión sobre estos asuntos ha dejado de ser políticamente incorrecta.

Toda superación de un tabú es un triunfo de la libertad y de la transparencia, término ahora tan de moda, y una derrota de los complejos, los prejuicios y la corrección política. Así pues, bienvenida sea esa nueva libertad.

Por lo que se refiere a la monarquía, y más concretamente al reinado de Juan Carlos I, ha gozado hasta hace poco de la aprobación de una amplia mayoría de los españoles. Sin embargo, en los últimos años, por una serie de escándalos que han afectado a la Corona, la continuidad de ésta se ha visto puesta en tela de juicio.

La mayoría de los ciudadanos no somos propiamente monárquicos o republicanos, sino que somos demócratas para quienes la elección entre monarquía y republica se resuelve por una cuestión de oportunidad política y no por cuestiones sentimentales.

Los partidarios de la república dicen, con razón, que si nos hicieran a cada uno de nosotros imaginar y redactar un texto constitucional para un Estado de nueva creación, éste adoptaría la forma de república. También se aduce por los republicanos que parece poco democrático que la Jefatura del Estado recaiga en una determinada persona por herencia y que es mucho más lógico en una democracia que dicha Jefatura recaiga en una persona elegida por los ciudadanos mediante votación.

Esos argumentos, sin duda racionales, pueden, no obstante, rebatirse con argumentos que se demuestran válidos en la práctica. En primer lugar, cuando hablamos de monarquía o república lo hacemos refiriéndonos a un país concreto, en este caso España, y no a un imaginario país de nueva creación. En cuanto a la compatibilidad entre democracia y monarquía si uno se fija en las naciones europeas llega a la conclusión de que no solo hay compatibilidad, sino de que entre los países más democráticos de Europa, y por tanto del mundo, aparecen varias monarquías: Gran Bretaña, Suecia, Noruega, Dinamarca, Bélgica, Holanda… Por lo tanto el argumento de la mayor afinidad entre la democracia y la república frente a la monarquía no tiene un refrendo en la realidad.

Argumentos a favor de la monarquía en España los hay, y además entiendo que son muy poderosos:

1º.- Es la forma vigente y un cambio provocaría más incertidumbre a la ya de por sí complicada coyuntura política.

2º.- Es barata. Pese a demagogias nacidas de la ignorancia, el resentimiento social o la envidia, la monarquía es una institución que resulta económicamente rentable. El rey es un relaciones públicas de lujo, su larga permanencia en el cargo le facilita una relevancia mundial y permite que España se aproveche de esa circunstancia y tenga una mayor presencia en la esfera internacional. La importancia del rey en las relaciones de España con Iberoamérica, por ejemplo, es indiscutible.

3º.- Al permanecer el rey fuera del juego partidista, aparece como una figura institucional que representa al conjunto de los ciudadanos que conforman la nación, sea cual sea la ideología de éstos.

4º.- También hay argumentos a favor de la monarquía que se basan en determinadas características de los defensores de la república. Si pensamos que personas de difícil compatibilidad con la democracia, como Willy Toledo, por ejemplo, defienden la república, es posible que nos entren ganas de lanzar vivas al rey. Si además observamos que determinados defensores de la república en realidad lo que defienden es la vuelta a una idealizada Segunda República, es posible que veamos con mejores ojos a la monarquía.

Pues bien, aun reconociendo todas esas ventajas que la monarquía puede ofrecer, y que de hecho ha ofrecido, a España, existe actualmente sin embargo un argumento muy poderoso que puede esgrimirse para defender su desaparición y la implantación de la república en España, a saber: el papel esencial que la monarquía tiene en el mantenimiento del actual establishment político que ha colocado a nuestra nación al borde del abismo económico, institucional y político. Pero de ello, como dirían Tip y Coll en el tardofranquismo respecto del gobierno, hablaremos la próxima semana.