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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 21:46

Un paseo por la realidad

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Juan José Pérez Macián. Concejal delegado del Área de Gobierno de Hacienda, Modernización y Administración Municipal del Ayuntamiento de Castellón.

Esta semana, última de un año difícil, duro y trágico en lo político, lo económico y lo social, comenzó con la presencia del Presidente de la Generalitat en Castellón para inaugurar oficialmente la nueva Avenida del Mar de la capital.

Se trata de un tramo más -si bien quizá el más importante en cuanto a dimensiones, diseño y acabado del trazado- del trayecto completo que unirá mediante el TRAM la Universitat Jaume I con el Grao de Castelló. Y nadie podrá negar que la nueva avenida tiene ahora un aspecto precioso, propio de una gran capital.
Cualquiera que se desplace hasta el edificio del Rectorado, en el interior del complejo universitario, y desde allí comience a recorrer el trazado de vía reservada del Tram, comprobará que la obra ha supuesto un extraordinario cambio urbanístico en beneficio de la ciudad. El nuevo puente sobre el cauce del río es ya una seña de identidad castellonera. Alcanzar el Corte Ingles, centro geográfico actual de la capital, transmite el convencimiento de que Castellón es hoy una gran ciudad al estilo que los castellonenses siempre ambicionamos. Adentrarnos en el vergel del Parque Ribalta, antaño cortado en dos por un espantoso barrizal y ahora definitivamente cosido y unido para siempre en un magnífico jardín, es una experiencia fantástica. Entrar por la calle Zaragoza y continuar por la calle Colón en vía reservada y vetada al tráfico tumultuoso para prioridad del peatón y transporte público, es una delicia y la gran esperanza del comercio local. Y ya en la nueva avenida que lleva al Grao, se despiertan los sentidos en días de sol, luz y un poquito de calor. Vamos, ¡que apetece pasearla!.

Hasta aquí mi escueta valoración urbanística del resultado de esta obra tan necesaria para Castellón y que, estoy seguro, tan buenos resultados en muchos y diversos aspectos está llamada a dar a los castellonenses. Quizá tan solo quepa añadir dos detalles, nada insignificantes: el primero, que la obra no ha consistido únicamente en romper suelo para establecer la infraestructura del nuevo transporte público que será el TRAM. Se ha aprovechado ésta para remodelar y sustituir la mayor parte de las conducciones e instalaciones de toda clase de servicios que discurren por subsuelo, que habían quedado ya obsoletas e inadecuadas para el tamaño y demanda actual de la ciudad ante el crecimiento experimentado en los últimos años. Y segundo, que el coste de la obra corre a cargo de la Generalidad Valenciana y de la Unión Europea, y no del Ayuntamiento. Por tanto es una obra que, en parte, viene a dar razón y satisfacción a las justas reivindicaciones de la sociedad castellonense cuando exige que el dinero de los valencianos no se quede todo en Valencia y que también llegue a Castellón. Resumiendo: habría sido de tontos muy tontos haber dicho no a esta obra cuando la Generalidad se dispuso a hacerla.

Y hago esta reflexión, ante la crítica alimentada por grupos de la oposición que intentan soliviantar a la ciudadanía con el argumento falaz y demagógico de que “los tiempos actuales no están para gastos y derroches de este tipo”. En realidad a quienes desde posiciones políticas mantienen esta postura lo que les molesta hasta arder de rabia es que una obra fundamental para Castellón y que permitirá a a los castellonenses disponer y disfrutar de un magnífico transporte público antes de comernos las uvas de 2013 sea fruto de las políticas que el Partido Popular aplica desde el gobierno municipal.

Así se han comportado siempre desde la oposición, cuando el gobierno municipal del PP ha tomado todas y cada una de las decisiones que, desde 1991 contando con la confianza mayoritaria de los castellonenses, han obrado la gran transformación de Castellón de una pequeña ciudad a una gran capital. Para disfrute, satisfacción y orgullo de los castellonenses.