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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 19:02

El Muro y el Telón

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Fue Churchill quien afirmó que entre Szczecin en el Báltico y Trieste en el Adriático había caído en el continente europeo un Telón de Acero que dividía Europa entre el Este y el Oeste.

El Telón no sólo dividía Berlín y Alemania en dos partes, sino que separaba Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria de sus vecinos occidentales, quedando también Yugoslavia y Albania con fronteras ambiguas hacia Austria, Italia y Grecia.

La división de Europa al fin de la segunda guerra mundial, en Yalta y Postdam, fue uno de los actos más vergonzosos de la Historia contemporánea en el que participaron el propio Churchill, Stalin y Roosevelt. Bien es cierto que para evitar tal infame reparto hubiera sido posiblemente necesario continuar una guerra contra la URSS, algo que Occidente no estaba dispuesto a acometer.

Hoy, 9 de Noviembre se cumplen 30 años de la caída del Muro de Berlín y la opinión mundial suele identificar tal efemérides con el final de la Guerra Fría, lo que supone una deformación histórica y un agravio hacia quienes realmente protagonizaron heroicamente la gesta del final de la ruptura de Europa.

En 1989 era yo Subdirector General de Europa, incluidas la URSS y la OSCE en el Ministerio de Exteriores lo que me permitió conocer las interioridades de los regímenes comunistas y visitar con frecuencia cada uno de aquellos países incluida la República Democrática Alemana.

Pese a que todos ellos estaban sujetos a la disciplina del Pacto de Varsovia y del COMECON, y todos tenían que seguir los dictados de Moscú, había una profunda diferencia entre ellos que se debía a las circunstancias históricas que les condujeron hasta el Bloque y a la propia idiosincrasia de sus poblaciones. Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Rumania se mostraron siempre más díscolos respecto a la URSS. Bulgaria tuvo siempre una deuda histórica con Rusia que la había librado de la dominación turca.

La República Democrática Alemana, llevó la disciplina germana hasta sus últimos extremos lo que hizo a la mayoría de su población concluir que si debían vivir bajo un régimen comunista debían hacerlo de la forma más estricta posible.

Visité Berlín pocas semanas antes de la caída del Muro. En mis entrevistas con algunos de sus dirigentes no daban la mínima señal de verse influenciados por la Perestroika que desde hacía tiempo, hacía temblar todo el Bloque. Con semejante moral no era posible que la RDA derribara el Muro.

Fue la RFA quien lo hizo y quien realmente se esforzó constantemente desde Occidente para recuperar la unidad del país. Willi Brandt, Helmut Schmidt y Helmut Kohl fueron sus artífices. Para ellos la política exterior de la RFA no tenía más agenda que la reunificación de Alemania.

Pero el Telón de Acero había sido demolido con anterioridad gracias a Walesa, Reagan, Juan Pablo II, Gorbachov y Margaret Thatcher inspirados por los movimientos populares conocidos en Hungría 1956, Praga 68 y la Polonia de los astilleros de Gdansk. Sin olvidar los esfuerzos desplegados en el proceso de Helsinki de la OSCE.

Tampoco debemos olvidar que si el Muro tenía 155 kilómetros de longitud y sobrevivió durante poco más de un cuarto de siglo, el Telón dividió toda Europa de Norte a Sur a lo largo de 1.256 kilómetros y se mantuvo en pie durante cuatro décadas.