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viernes, 19 de abril de 2024 | Última actualización: 00:00

Ivo Pogorelich

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Hace un par de semanas, revisábamos mi mujer y yo, los espectáculos musicales y teatrales que llegarían a Castellón próximamente. Nos llamó la atención que el famoso pianista Ivo Pogorelich iba a dar un recital de Chopin y Liszt en el Auditorio. Creímos que se trataba de un error en primer lugar porque no habíamos oído del gran maestro desde años y en segundo término porque la fotografía que ilustraba la convocatoria mostraba un hombre maduro, robusto, con el cabello grisáceo y cortado a cepillo. Poco que ver con el joven efebo que en los años setentas habíamos conocido en Belgrado.

Por entonces, comenzaba yo mi carrera diplomática como Encargado de Negocios en la Yugoslavia del Mariscal Tito y Pogorelich era un adolescente, de ojos azules, cabellos ondulados y sonrisa arrolladora que daba sus primeros conciertos con un éxito más propio de las estrellas del rock o del cinematógrafo, un estilo nada frecuente en la música clásica desde los tiempos de Mozart.

Su participación en el concurso de intérpretes de Chopin que anualmente se celebra en Varsovia y que mi mujer presenció en 1980, causó una verdadera revolución en el mundo del piano y desde entonces convirtió a Pogorelich en uno de los más famosos pianistas del mundo. Quizá el más. Casado con su manager Aliza Kezeradze, 21 años mayor que él, dio la vuelta al mundo múltiples veces, actuando en las mejores salas de las grandes capitales.

La muerte de Aliza en 1996 sumió a Ivo en la melancolía y por años, estuvo separado de los escenarios. El Pogorelich que tuvimos el privilegio de escuchar en Castellón el 24 de Octubre, es el maestro maduro, mesurado en sus actitudes, genial, misterioso, sereno pero aun rebelde.

Mi mujer y yo pudimos saludar al maestro y evocar el comienzo de nuestras carreras. Por entonces Yugoslavia era un solo país y no siete como ahora. Pogorelich había nacido en Belgrado, la capital de Serbia y de la Federación pero hoy su Fundación está centrada en Croacia. Y sin embargo al preguntarle si se sentía antes serbio que croata o de ambos países respondió “De ninguno de los dos”. El contestatario Pogorelich.

Cuanto acabo de contarles podría considerarse como una larga introducción a lo que considero el centro de esta columna y es transmitir un sonoro aplauso  a quienes –desde la Sociedad Filarmónica, desde el Conservatorio de Música y Danza y desde el Auditorio-  han conseguido animar ese sector tan importante de la vida cultural de Castellón como es la actividad musical. Los cientos de abonados de la Filarmónica, los melómanos que asisten regularmente a los conciertos, los profesores y alumnos del Conservatorio hacen que Castellón pueda sentirse orgulloso de tener uno de los mejores Auditorios del país y de ser una de las provincias con mejor programación musical de España.