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jueves, 25 de abril de 2024 | Última actualización: 14:47

El cartero

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Jorge Fuentes. Embajador de España.

Hace algunos meses escribí sobre las ventajas y los inconvenientes de Benicàssim. A decir verdad casi todo lo que recogía allí eran virtudes: el buen emplazamiento, el microclima, la cercanía de bien provistos centros comerciales, la seguridad, los servicios religiosos (ahora capitaneados por el excelente párroco Don Luis Oliver), los servicios sanitarios, la vida cultural etc.

Desgraciadamente, a los escasos inconvenientes del lugar –los elevados impuestos, los mosquitos, el agua imbebible, los frecuentes vientos- todos ellos en espiral rampante (más impuestos, más mosquitos, más vientos, peor agua) viene a sumarse ahora un grave inconveniente tan antipático como inesperado, como es el anuncio de los servicios de Correos de que a partir de Marzo, el cartero ya no llamará a nuestra puerta dos veces –como en la famosa novela de James M. Cain- sino que no llamará nunca más.

Correos ha decidido que en las urbanizaciones de Benicasim, Las Palmas, La Parreta, Montornés, Montesol y Del Palasiet (como en miles de otras urbanizaciones y pequeños pueblos de Castellón, de la Comunidad Valenciana y de toda España) la densidad de población no alcanza el mínimo requerido y por consiguiente el cartero ya no distribuirá el correo a domicilio sino que los vecinos deberemos recoger la correspondencia ya sea en la oficina del pueblo o en el punto que se decida donde estarán todos los casilleros del barrio juntos (alrededor de 1000) en  lugares aún indeterminados en que los actos de vandalismo estarán servidos y facilitados para los incívicos de turno.

La llegada diaria del cartero ha venido siendo desde siempre, especialmente en los lugares rurales, uno de los momentos más gratos de la jornada. En cada buzón aparecía como por arte de magia, la carta de nuestros hijos o nuestros amigos, la suscripción de nuestras revistas que nos ponían en contacto con lo que ocurría en el mundo entero, la notificación profesional que nos pedía desplazarnos para cumplir una misión. Todo eso se acabó. A partir de Marzo habrá que desplazarse al apartado eventualmente contratado o al rincón colectivo que Correos decida. Esa figura simpática del cartero tan bellamente inmortalizada por el poeta Pablo Neruda, va a desaparecer para los residentes en las urbanizaciones de Benicàssim y en muchísimos otros lugares de España.

¿Qué está ocurriendo en Benicàssim?, ¿Se está despoblando el lugar? Probablemente no. Antes pienso en que una vez más, una institución que funcionaba moderadamente bien, introduce todas las modificaciones necesarias para que empiece a funcionar discretamente mal. Ya lo vimos con RENFE en el trayecto Castellón-Madrid, lo estamos viendo con Iberdrola, ahora con Correos y veremos qué pasa con Telefónica.

El ayuntamiento está haciendo alguna gestión aunque hasta ahora evidentemente infructuosa. En la comunicación que nos envió recomendó que los particulares afectados tomáramos la iniciativa para defender nuestros derechos a través de la comunidad de vecinos. Pero, ¿qué comunidad? En los tres años que llevamos viviendo en este lugar, nunca jamás hemos sido convocados a reunión alguna de vecinos por lo que sospecho no habrá iniciativa alguna y Correos seguirá adelante con su pérfido plan. Muy mal deben ir las cuentas también en Correos para haber tomado una decisión tan impopular que ahorrará, eso sí, unos litros de gasolina en la motocicleta del repartidor y acaso se amorticen a nivel nacional, algunos miles de puestos de trabajo.

La historia no ha acabado y debemos confiar en el sentido común de la institución para que el servicio no se interrumpa y si lo hace, que se reponga a la mayor brevedad posible. Porque, ¿qué ocurrirá entre Mayo y Octubre, cuando las 1000 villas estén ocupadas por sus residentes de medio año y la densidad de población suba por encima de los requerimientos de Correos? Continuará, espero.