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jueves, 28 de marzo de 2024 | Última actualización: 23:00

La mujer, la igualdad y la huelga

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Miguel Bataller. Ciudadano del Mundo y Jubilado.

Mis lectores habituales, saben que siempre intento expresar mis opiniones, anticipándolas a los hechos y nunca juzgando los hechos consumados.

Por eso escribo mi columna esta semana un 7 de marzo, la víspera de una huelga convocada por grupos feministas por una “igualdad imposible y para evitar una brecha salarial que si parece tan evidente como injusta”.

Vaya por delante mi apoyo incondicional a las mujeres, ya que le debo la vida a una de ellas (mi madre) que cultivó con amor, cariño y esmero durante nueve meses interminables la semilla del amor que recibió de mi padre y fructifico conmigo y los dos se preocuparon y ocuparon de mi educación y formación a lo largo de muchos años, para hacer de mi la persona que soy gracias a ellos. Un hombre y una mujer y a todo el entorno familiar formado por hombres y mujeres que nunca perdieron un solo minuto de sus vidas en tratar de ser iguales, porque afortunadamente para ellos y para mi eran diferentes y sólo así puede nacer yo.

Me casé con una mujer por amor y me enamoré de ella precisamente por eso, por ser diferentes y aportar a mi vida muchas cualidades de las que yo era deficitario. Por esas diferencias biológicas que hacen a las mujeres mas intuitivas, sensibles, tiernas y femeninas de lo que solemos ser los hombres.

Tengo una hija y un hijo, a los que he tratado de educar en esos principios de disponer de los mismos derechos y deberes de cara a su vida, pero respetando siempre sus innegables diferencias biológicas, afectivas y emocionales, intentando darles los mismos medios para crecer emocional y educacionalmente y que cada uno de ellos encontrara su camino en la vida, sin tener excesivas dependencias económicas ni emocionales de terceros.

Tengo dos nietas y un nieto a los que puedo dedicar mucho más tiempo del que pude dedicar a mis hijos, por mi actividad profesional, por eso tengo que agradecer a mi esposa todo el tiempo que les dedicó ella en su infancia y adolescencia, durante mis ausencias por motivos laborales.

Trato y trataré siempre de que crezcan y se eduquen en los mismos principios en los que yo me crié e intente criar a mis hijos, es decir, conscientes de sus deberes y derechos, que son los mismos, aunque a veces condicionados por su biología, que se quiera o no se quiera reconocer, son diferentes.

Y por todas esas razones me resulta muy fácil apoyar esa reducción a mínimos y exigencia de salarios iguales para los mismos trabajos en toda actividad profesional, como de hecho ya se lleva a cabo en toda la Función Pública, desde hace muchos años.

Lo que nunca podré exigir ni apoyar es una “igualdad absoluta” entre hombres y mujeres, porque eso es un imposible irracional, que sólo puede anidar y exigirse desde la ignorancia o el revanchismo.

Quizás a mi me cueste mas asumir esos principios feministas, porque tanto en mi familia paterna como en la de mis abuelos, conocí tres auténticos “matriarcados” llevados con absoluta normalidad, por la fortaleza de carácter de mi madre y abuela materna, y por la joven viudez de mi abuela paterna, que supo sacar adelante a mi padre y a su hermana con apenas treinta años cuando falleció mi abuelo.

Y todo eso me ha permitido sentirme siempre querido y protegido por las mujeres de mi entorno familiar, complementado por una tía y madrina joven y maravillosamente encariñada conmigo, que se complementaba perfectamente con las exigencias de una madre menos condescendiente y muchas mas exigente.

Entre ellas dos y la permanente supervisión de un padre excepcionalmente tolerante y cariñoso forjaron mi carácter y mi forma de ser y afrontar mi vida desde la responsabilidad, el cariño y el amor.

Hasta aquí mis vivencias y razones de mis convicciones.

Pero lo que roza ya el absurdo, es el patrocinio y apoyo incondicional que parecen prestar a esta huelga los partidos de la izquierda española y los sindicatos.

¿Cómo se atreven a abanderar esa huelga?

 Si ustedes analizan las Direcciones o Secretarias Generales de UGT, CCOO, CIG, ELA, CNT, COAG, USO, ASAJA, CGT y CSC, verán que no encuentran ni una sola mujer entre ellos.

Pedro Sánchez le acaba de negar su apoyo a Elena Valenciano, una compañera suya del PSOE para ocupar el cargo de Presidente del Grupo Parlamentario Socialista en el Parlamento Europeo, privando a España de una representante en las Instituciones Europeas, llevado por el revanchismo y aversión por haber apoyado ella a Susana Díaz.

Pablo Iglesias usó a su exnovia, dirigente de Izquierda Unida en Madrid, para debilitar a los comunistas madrileños, incorporándola a Podemos y posteriormente postergó a la mujer más representativa entre los morados --Carolina Bescansa-- por discrepar de sus ideas respecto al independentismo y en el colmo del cinismo ególatra de este señor, nombró portavoz de Unidos Podemos en el Congreso a su ahora compañera sentimental, Inés Montero.

Por si eso fuera poco, nunca se ha atrevido a denunciar el mal trato institucional permanente de Irán a la mujer, cuando allí viven sojuzgadas y sin ningún derecho, pero claro, como los clérigos chiitas le financian sus tropelías en España, de eso ni se habla.

Me parece una vergüenza institucional que toda esa gentuza que no tiene ni una sola idea positiva que aportar para solucionar los problemas evidentes de España, como son el paro, la falta de creación de empleo e incluso un Plan General de Educación consensuado por todos, del que ha salido Pedro Sánchez sin dar ninguna explicación, se conviertan en portavoces de una reivindicación sensata en parte --acabar con la brecha salarial a igualdad de trabajo-- que acabará politizada y difuminada entre otras mil mentiras de estos vividores del cuento.